[Víctor Manuel Jemio]

En defensa de la estrategia


El término estrategia viene siendo utilizado en las actividades cotidianas de nuestro país de una manera frecuente, continua e inadecuada, por distintas personas y por diversos motivos. Analistas políticos y sociales, opinadores, planificadores estatales y empresariales, políticos y periodistas compiten para utilizarlo con diferentes acepciones y contenidos que desvirtúan su significado universal.

Es cierto que la estrategia antes de tener un significado ampliado casi general, nació en los campos de batalla y fue utilizado en la ciencia y arte militar por los grandes capitanes y conductores, pues etimológicamente los términos griegos “stratos agein” se los interpretaba como “el que impulsa a los ejércitos” , La palabra estrategia posiblemente fue empleada antes del año 800 para designar al “estrategos” al General, al Polemarca, al Jefe político y militar y por extensión fue considerada el “arte del General”, quien diseñaba estratagemas, ardides, fintas y demostraciones que le permitían engañar y derrotar o destruir a su enemigo. La estrategia entonces era exclusivamente aplicada en el ámbito militar.

Como es cierto también que la estrategia es aplicable, obviamente, en cualquier campo de la actividad humana donde existe conflicto por la contraposición de voluntades. Es así que a partir de 1964 el diccionario Militar de los EEUU define a la Estrategia como “arte y ciencia de desarrollar y usar una fuerza política, económica, psicológica y militar, según se necesite durante paz y guerra; para proporcionar el máximo apoyo a las políticas, a fin de incrementar las probabilidades y consecuencias favorables de la victoria y aminorar las posibilidades de la derrota”. Posibilitando, de esta manera, una clasificación y niveles de la estrategia que abarcan las dimensiones política, económica, psicosocial y militar del poder nacional.

El término también es usado adecuadamente en competencias y torneos atléticos, deportivos, etc., donde sí se justifica, porque la competencia es también un conflicto, que debe solucionarse venciendo a un oponente. Y como todo término interesante e importante tiene sus plagiadores, su empleo abarcó un sentido ampliado deformado, entendiéndose a la Estrategia como el arte de desarrollar, emplear y controlar los recursos propios a la consecución de los objetivos, cuya relación es más estrecha con la táctica. Otros estructuraron una definición de estrategia como “el razonamiento metódico para encontrar la mejor solución para alcanzar un objetivo”, sin diferenciarla de la política como opción. Para otros, significa planificación en el largo plazo, un asunto de mucha importancia, o la utilización de medios para alcanzar los objetivos nacionales en el nivel nacional, y los que utilizan el término de esta manera, en realidad desconocen su acepción o significado, reitero, universal.

Desagrada a la escasa comunidad de defensa y seguridad de nuestro país, la nueva acepción del término, porque devalúa el accionar planificado contra oponentes o enemigos; accionar, que es una respuesta a actitudes adoptadas por el oponente; constituyen también planes alternos que son elaborados sobre hipótesis de respuesta a nuestras políticas y estrategias. Si no se la emplea correctamente, significa quedarnos en la política; que ignora a la voluntad inteligente con capacidad de respuesta; que se opone al logro de objetivos nacionales y se contrapone contra sus intereses.

El presente artículo sin pretensiones ni suficiencia de ninguna naturaleza, ha sido inspirado en el afán de evitar el uso inadecuado del término Estrategia, de tal manera que aquellos que lo utilicen no revelen su poco conocimiento semántico.

En los centros de pensamiento castrense de nuestro país la definición más aceptada de la estrategia no solo militar sino integral, es la del general francés Andre Beaufre, que la define como “Arte de la dialéctica de las voluntades opuestas que emplean la fuerza para resolver un conflicto con la finalidad de alcanzar los objetivos fijados por la política utilizando lo mejor posible los medios de que se dispone”.

Ojalá está definición oriente a los compatriotas que desean comunicar de manera más acertada las legítimas preocupaciones del choque de intereses de diversa naturaleza que se presentan en el discurrir de la vida de los Estados, instituciones, empresas y grupos sociales, que deben recurrir al empleo de las estrategias, distinguiéndolas nítidamente de las políticas, directrices o cursos de acción que utilizan.

El autor es General de la República.

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