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[Mario Alfonso Ibañez]

No al cambio de nombre de la ciudad de La Paz


Por ese desmedido afán de conquistar beneficios políticos y electoralistas, ante asambleas organizadas con esas finalidades, se emite discursos y declaraciones incoherentes e inoportunas que más bien causan hilaridad, como es el caso de proponer el cambio de nombre de la ciudad de La Paz, por el de Chuquiago marka.

La paz en las familias, en los colectivos ciudadanos y en las naciones del mundo representa un valioso atributo de la armonía y la tranquilidad para el vivir bien y crear un trabajo productivo. La paz trae consigo la comprensión, el desprendimiento de bajas pasiones y abre el diálogo, la concertación para fortalecer proyectos de beneficio colectivo. Consecuentemente la paz es un atributo irrenunciable de la humanidad.

Con total desconocimiento de la historia, se pretende cambiar el nombre de nuestra ciudad-capital. Allá por los años de 1500, almagristas y pizarristas trataban de alcanzar primacía de poder colonial en las tierras conquistadas e imponer su hegemonía generando enfrentamientos armados que más conducían a comprometer la vida de criollos y naturales lanzados a la muerte en la primera línea. Fue entonces cuando el Virreinato de Lima encomendó al pacificador Pedro de la Gasca mediar entre unos y otros, lo que se logró tras acuerdos o convenios. Fue en homenaje a ese acontecimiento que don Pedro de la Gasca a su paso por esta hoyada fundó en este lugar una nueva ciudad con el nombre de La Paz, junto al Cap. Alonso de Mendoza el 20 de octubre de 1548. Pero además para recordar aquel memorable episodio dejó inscrito en el escudo paceño este histórico mensaje: “Los discordes en concordia en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron para perpetua memoria”.

Al conmemorarse los 469 años de esta célebre fundación, el pueblo paceño esperaba que discursos y declaraciones oficiales pusieran de relieve nuestras glorias pasadas y ser La Paz el hogar bendito de todos los bolivianos y de residentes extranjeros que dejaron su solar nativo para formar familia y afincarse en ese suelo.

Corresponde recordar a los revolucionarios que organizaron “La Junta Tuitiva” del 16 de julio de 1809 con la proclama: “Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria. Ya es tiempo de levantar el estandarte de la libertad”. Recordamos a Pedro Domingo Murillo que en la Plaza de Loreto (hoy Plaza Murillo) expresó a tiempo de subir al cadalso: “Yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la apagará! ¡Viva la libertad!”.

Recordamos la revolución de 1952, cuando Hernán Siles Zuazo manifestó en la UMSA: “Revolucionarios, ahora o nunca recuperar la libertad aún al precio de nuestras vidas”. Recordamos a docentes, estudiantes y trabajadores de la UMSA que ganaron las calles de la ciudad al grito de: “Universitarios, ¿qué queremos? Un gobierno civil, los militares al cuartel”, motivando el exilio de varios de ellos y de otros, sufrir prisión en los cuarteles del régimen imperante.

Recordamos al destacado patricio Jorge Carrasco Villalobos que proclamó la creación del Comité Pro La Paz para reclamar derechos del departamento frente a la indiferencia de los gobiernos de turno.

Respecto a la intención para el mencionado cambio de nombre, al entregar una obra, el alcalde Luis Revillla declaró públicamente: “Quiero disentir con ese criterio. La Paz tiene una identidad aymara, pero también tiene una identidad occidental, mestiza y esta suma de identidades constituye nuestra mayor fortaleza para proyectar el futuro de tener una ciudad intercultural que recupere los mejores valores de esas identidades” (EL DIARIO: 21/10/2017).

Los demagogos descolonizadores que están apareciendo en esta época como defensores de nuestros ancestros, tienen que admitir la realidad del mestizaje entre conquistadores y conquistados, que ha hecho posible conformar una sociedad múltiple, sin distinción de razas, credo religioso, condición social y económica y eso es lo que se está llamando Estado Plurinacional conforme a la Constitución, con derechos y obligaciones sin diferencia alguna.

El destacado intelectual Pedro Susz, Presidente del Concejo Municipal de La Paz, y los distinguidos miembros que lo integran, con suficiente inteligencia, serenidad y reflexión, por ser paceños de mente y corazón, deben tener cuidado en no cambiar de nombre a la ciudad de La Paz, en la Carta Orgánica, Cap. 3º, Art. 21. En todo caso, como se ha sugerido, se debe convocar a un referéndum para establecer con claridad la voluntad y el sentimiento del pueblo paceño y no buscar el contrabando de intereses puramente políticos.

En esta oportunidad “Amigos de la Ciudad”, el Club de La Paz, el Club 16 de Julio, el Comité Cívico Paceño, “Amigos de Raúl Salmón” y otras entidades similares que ayer defendían los derechos del departamento, tienen que pronunciarse al respecto y unirse al activo Centro Cívico 20 de Octubre, que junto a la UMSA está luchando por recuperar la mística del civismo paceño.

 
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