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[Jorge Espinoza]

Negros nubarrones sobre la minería


Ha transcurrido un año más sin que haya cambiado la crítica situación de la minería, que se arrastra desde casi una década atrás. En nuestro país debido a la política minera, al potencial de mineralización, a la falta de infraestructura y de información geológica actualizada, a los engorrosos trámites, etc., fue siempre difícil atraer la inversión extranjera. Si a ello sumamos la inseguridad jurídica, el cambio de sistema de concesionamiento y la elevación de los tributos mineros que se dio desde 2006, la inversión extranjera para la exploración de nuevos yacimientos es nula.

Parece que no entendemos todavía que sin exploración no hay nuevas minas y sin nuevas minas la minería no es sostenible. Resultado: a la fecha no existe un solo proyecto que permita vislumbrar un nuevo yacimiento, de manera que la producción minera irá declinando progresivamente y con ello el valor de sus exportaciones. Esto ya habría sido más notorio, si la empresa San Cristóbal no hubiera logrado incrementar el mineral tratado de 40.000 a 46.000 toneladas por día en 2015 y a 52.000 toneladas desde 2016. Sus reservas conocidas alcanzarían para unos 7 años de operación.

Lo del cambio del anterior sistema de concesiones, en las que éstas eran consideradas como un bien inmueble a los actuales derechos mineros sobre determinadas áreas, significa que los concesionarios mineros pasaron de propietarios a inquilinos. En la mayoría de los países, incluidos nuestros vecinos Chile, Perú y Argentina (que captan elevadas inversiones extranjeras), continúa el sistema de concesionamiento, porque la minería es una actividad intensiva en capital desde la exploración y las posibilidades de desarrollar un nuevo yacimiento son bajísimas. La minería privada transnacional desarrollada desde fines del siglo pasado, es el sostén de nuestra minería.

El aumento de las exportaciones mineras en 2017 se debió al aumento de los precios de metales. Según el IBCE el volumen de las exportaciones mineras de enero a octubre de 2017 bajó ligeramente, luego de aumentar sostenidamente desde 2014. La situación podría agravarse con la fuerte caída de producción de la empresa Manquiri, debido a insuficiente alimentación a su planta.

Con bajísima e insuficiente inversión, en las varias labores de prospección y exploración de Comibol desde 2014 fueron anunciados resultados preliminares alentadores, sin que ninguna de ellas fuera desarrollada. Entre ellas el “ambicioso proyecto” Conde Auqui en Oruro, con un “mega filón de plata” con contenidos de oro, zinc, plomo y antimonio; Negrillos (Oruro), vetas con 200 g/ton de plata, Pacocahua (Oruro) con mineralización masiva de indio y galio, Thutu (Potosí) con vetas de Pb, Ag y Zn que inclusive dieron lugar a pruebas metalúrgicas. El proyecto de exploración Porvenir (Santa Cruz), de minerales de oro, tantalio, níquel y cobalto iba a concluir en 2015 para luego ingresar a las pruebas metalúrgicas.

Para el 2015 Comibol presupuestó 345M$us para encarar distintos proyectos de prospección y exploración minera. La inversión estatal total incluida producción fue de 188 M$us. En el quinquenio 2015-2019 se previó la conformación y consolidación de tres empresas mineras: Concordia en La Paz y Mallku Khota y Thutu en Potosí con vetas de Pb, Ag y Zn. Según el Plan de Desarrollo Económico y Social 2016-2020, el Gobierno proyecta triplicar las reservas de minerales del país de 313 Mtons en 2015 a 1.060 Mtons en 2020. Hasta ahora no se conformó ninguna empresa y no existen nuevas reservas en ninguno de los proyectos.

La empresa South American Silver que tenía las concesiones del incierto proyecto de exploración Mallku Khota, revertidas al Estado en 2012, demandó a éste en 2104 el pago de 386 M$us por compensación de daños. Por su parte Glencore demandó en 2017 el pago de 676 M$us por la nacionalizaciones del complejo metalúrgico de Vinto (2007) y de la mina Colquiri (2012).

Dos proyectos mineros estatales en los que se hizo fuertes inversiones, tuvieron resultados negativos porque ninguno de ellos se basó en estudios de factibilidad. Absurdamente se construyó un nuevo ingenio de estaño en Huanuni (2015) para incrementar el tratamiento diario de 1.200 a 3.000 toneladas, que no consideró la necesidad básica de más agua ni el dique de colas (se los está realizando), que el yacimiento en profundidad está disminuyendo en el área de trabajo, que la ventilación es más difícil y que la falta de reservas necesarias, harán imposible alimentar este ingenio. Además, cuanto mayor es el tonelaje tratado, menores son la ley de cabeza y la recuperación. En este proyecto que no funcionará, seguramente la inversión estará alrededor de 70 M$us.

La fundición de plomo-plata de Karachipampa inaugurada en enero de 2013, con una fuerte inversión, funcionó muy poco debido a diversas fallas. En 2017 expertos italianos determinaron que el horno Kivcet –con permanentes problemas- no es original ni tiene la capacidad anunciada. ¿Por qué no lo inspeccionaron expertos antes de ponerlo en marcha? Se habla de la posibilidad de adquirir un nuevo horno, lo cual sería otro error porque esta pequeña fundición no es competitiva por la economía de escalas y no existe seguridad de alimentarla a largo plazo. Que se demuestre lo contrario con un estudio de factibilidad.

La política minera necesita con urgencia un cambio.

 
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