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Registrados como NN

Enfermos abandonados por familiares viven en hospitales

• Los hijos olvidan a los padres adultos mayores internados, algunos no tienen documentos que faciliten ayuda para sus casos


Grupos de caridad hacen lo que pueden para ayudar a los ancianos desamparados que fueron olvidados, en los hospitales, por sus hijos y otros familiares.

¡No quiero ir al asilo, por favor!, suplica con voz suave Eustaquia Laruta de 68 años, postrada en una cama del Hospital de Clínicas. Sus ojos hundidos con lágrimas y sus manos huesudas tiemblan ligeramente. Intenta huir, pero sus pocas fuerzas impiden que se ponga de pie. Resignada, llora y ruega por ayuda.

Hace más de tres meses que la anciana permanece en la sala de mujeres del pabellón británico del hospital miraflorino de la urbe paceña. Al principio ingresó a la unidad de Emergencias, ahí estuvo internada un mes por complicaciones en su corazón y articulaciones.

DESAMPARADOS

"Me dolía el corazón, mi espalda. Mis dos pies se han hinchado como pelota. No había cómo aguantar el dolor del corazón, no podía respirar", dice la mujer, mientras limpia las lágrimas que recorren su pálido rostro. Recuerda que ese día fue auxiliada por personal de Tránsito en una vereda, cerca de la avenida Mariscal Santa Cruz, donde pasa las noches desde hace varios meses.

Eustaquia es una enferma más que engrosa la lista de pacientes desamparados en un hospital público pues no tiene hijos ni hermanos ni otro familiar que pueda ayudarla con su recuperación. Tampoco tiene una vivienda, hace más de un año que pasa sus noches en las frías calles paceñas.

Cuando le va bien en su venta de caramelos, algunas veces, puede "darse el lujo" de arrendar un colchón de paja en un alojamiento en la zona de El Cementerio por tres bolivianos donde, según relata, comparte un pequeño cuarto con varias familias migrantes del área rural que llegan a la urbe en busca de mejores oportunidades.

SUFRIMIENTO

"Es un cuarto, ahí te dan colchones de paja por tres bolivianos, pero ahora me han dicho que está a cinco. Ahí duermen las potosinitas que piden limosnas y las señoras que llegan del campo” comenta y relata que nunca quiso formar una familia porque su papá golpeaba mucho a su mamá y temía que le pasará lo mismo.

Cuenta que años atrás era trabajadora del hogar y tenía un cuarto en alquiler en Achachicala, pero por su edad la despidieron. Ya no pudo sostener su habitación y fue echada a la calle. Por esa razón, optó por refugiarse en plazas y calles. Algunas veces llegó hasta albergues para adultos mayores donde la dejaban sin comer.

"Me quieren mandar al asilo, pero no quiero. Dos veces he ido al de la Yanacocha. (Ahí) los abuelitos están llorando, cuando se hacen pis, les encierran en sus cuartos. Seis de la mañana nos sacan de la cama, por eso prefiero estar en las calles", dice entre lágrimas.

DURA REALIDAD

Casos como el de Eustaquia son recurrentes en los nosocomios públicos según la jefa de Trabajo Social del Hospital de Clínicas, Adelaida Salazar. La mayoría de los enfermos abandonados son personas de la tercera edad y con discapacidad mental.

Otro segmento vulnerable al abandono en los hospitales está constituido por indigentes que muchas veces llegan en situaciones lamentables y la mayoría sin identificación, son registrados como "NN".

La falta de un nombre dificulta la labor de las trabajadoras sociales que deben gestionar la atención médica y albergues para los pacientes.

"Hay que buscar recursos para pagar los servicios, a veces algunos NN requieren tomografías o estudios que no tenemos en el Hospital y no se los puede derivar fácilmente porque no tienen documentos ni familias que firmen cualquier intervención de emergencia", afirmó.

DEJADOS A SU SUERTE

La trabajadora social sostiene que en la mayoría de los casos, los pacientes son víctimas de abandono por parte de sus familiares porque sus tratamientos médicos son costosos o porque padecen alcoholismo crónico.

"Tienen enfermedades muy avanzadas, sobre todo hepáticas, algunos ingresan con adicción al alcoholismo y ahí sufrimos el abandono por parte de la familia", indicó.

Revela que aunque se pide "reflexionar" a los familiares e incluso se les advierte con procesos penales si es que incurren en abandono, hacen caso omiso y simplemente cambian de dirección o teléfono.

"Muchas personas son dejadas a su suerte, sin importar su edad y dolencias (Â…) Tratamos de hacer recapacitar, llamamos a sus teléfonos de referencia e incluso les advertimos con procesos, pero muchas veces solo desaparecen", lamentó.

MÁS DE 50

Desde 2017 a la fecha, se reportó un total de 50 personas desamparadas en el hospital miraflorino. Cuando no tienen dónde ir, se los transfiere a los albergues, pero como los enfermos tienen 45 años o más se complica su traslado por la falta de espacios en los hogares.

“Pese a que se hacen las gestiones correspondientes, los hogares están saturados y ya no se puede remitir a los centros de acogida. Tenemos diferentes grupos etarios que sufren estos problemas y los de 40, 45 o más años se ven limitados de ir a un hogar", detalla.

Sin embargo, destaca que en estos casos, el cuidado médico, la hospitalización y los tratamientos son financiados por organizaciones voluntarias y si corresponde por el seguro del Adulto Mayor, de personas con discapacidad y, en muchos casos, el mismo personal de salud realiza colectas para comprar algún medicamento para los enfermos.

Afirma, que hubo pacientes que se quedaron por más de un año en el nosocomio. "Cuando son casos extremos habilitamos una cama en las salas, es difícil sacarlos por su condición y se les da todo los servicios que son posibles", afirmó.

ADULTOS MAYORES

Recuerda el caso de Marco Tórrez, un paciente que permaneció por varios meses en el pabellón Británico, vendía llaveros artesanales para sostenerse y comprar algunos medicamentos en el interior del hospital.

Actualmente continúa ofreciendo sus artesanías, pero lo hace en las puertas del complejo de salud de Miraflores, ya que hace más de medio año fue dado de alta y ahora duerme en una iglesia o busca un alojamiento cuando tiene buena ganancia por la venta de sus llaveros, pero por su discapacidad en una de sus piernas no puede trasladarse de un lugar a otro con facilidad.

Jonathan Torrico, uno de los médicos internistas del pabellón Británico, confirma que la mayoría de los casos son de personas adultas mayores que son dejadas por sus hijos, hay casos en que los pacientes se resignan y no quieren molestar más a su familia por temor a ser despreciados.

"Es difícil ver esa situación todos los días, hay pacientes que están meses esperando a sus hijos, pero no vienen. Nosotros tenemos que ir a recoger o comprar sus medicinas. Ellos se sienten mal y se deprimen y eso afecta su recuperación", aseguró.

HIJOS INDOLENTES

Un paciente (58), de ese pabellón, cuenta que tiene dos hijos, un varón y una mujer, ambos son mayores de edad. Pero ninguno de los dos lo va a visitar desde hace varios meses.

"Yo he dado todo por mis hijos. Entre ellos se han peleado y me ha dicho que no les moleste más, incluso me han pedido que les devuelva la plata que han gastado en el hospital y ahora les llamo y no me contestan. Estoy solo”, lamenta el hombre que tiene una afección en los riñones.

Marco de 38 años, llegó al hospital porque fue atropellado por un vehículo y está prácticamente solo porque vive en las calles. La médica que lo atiende refiere que el paciente ingresó hace cuatro meses y que en un principio no quería someterse a los estudios y se volvía violento por su adicción al alcohol.

"Está solo, no tiene a nadie (Â…). Era muy violento, no colaboraba, es un paciente NN, pero lo estamos atendiendo”, indicó.

A pocos metros de Marco, en la cama 10 permanece Agustín, un adulto mayor que también refiere que fue abandonado por sus ocho hijos al morir su esposa en Apolo.

"Mi esposa se ha ido, mis hijos no me quieren. La mayor era la que venía antes, pero ahora parece que se ha cansado porque también tiene sus hijos y yo soy una carga para ella", relata.

La delegada defensorial, Teresa Subieta, afirma que la Defensoría del Pueblo realiza periódicamente una inspección en los hospitales para detectar este tipo de casos, gestionar albergues y precautelar la seguridad de los enfermos. (ANF)

 
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