La COB fue fundada con la condición de que sea representativa de todos los trabajadores, sin dependencia del gobierno; pero con el transcurrir del tiempo, muchos gobiernos la han utilizado y hasta han promovido a militantes partidarios para que la dirijan. En los últimos años, con criterio totalmente equivocado y sin respeto por la organización, el gobierno ha dispuesto regalos para la organización y ahora, con motivo de un nuevo aniversario, según reza la información (ED 18/4/18), “el Presidente Evo Morales entregó 10 vehículos y equipos de computación a la Central Obrera Boliviana y comprometió la construcción de una nueva sede para esa principal organización sindical del país, que esta jornada celebró 66 años de fundación”.
Para remarcar sus compromisos, el Primer Mandatario dijo: “Ahí tenemos con mucho respeto por su aniversario unas 10 movilidades, algunas computadoras (…), pero me ha sorprendido, recuerdan ustedes, entregamos este edificio, hicimos con el programa Bolivia Cambia y me dijo (Huarachi) que no es suficiente, y hay otro proyecto para hacer para la Central Obrera Boliviana, con mucho cariño y respeto vamos a ejecutar”. Recomendó que los trabajadores paguen impuestos por las sedes sindicales, “no como las empresas privadas con doble planilla no quieren pagar…”.
El hecho de que el gobierno regale o done sedes sociales, vehículos, computadoras y otros enseres a la organización obrera no corresponde, porque, por principio, se sabe que la COB -como cualquier entidad sindical del país- depende de aportes de los trabajadores y sus dirigentes deben manejar con mucha escrupulosidad todo el dinero recibido. Que los dirigentes de la COB estén pendientes de lo que el gobierno pueda darles, lastima su dignidad y su condición de ser organización libre e independiente; vulnera su capacidad para atender sus necesidades y, en todo caso, lo que correspondería es que contraiga préstamos para sufragar sus gastos y mucho más para la construcción de su sede sindical.
La COB, por principio, debería mantener condiciones de libertad, independencia y dignidad, de ninguna forma depender de partidos políticos o del gobierno o de organizaciones ajenas. Esa independencia y libertad le puede ayudar a conservar una dignidad ajena a intereses político-partidistas y evitaría así que se vea obligada a retribuir las dádivas con apoyos o expresiones de lealtad.
El gobierno, consciente de sus deberes y responsabilidades, si cree que el Estado debe apoyar al sindicalismo y otorgarle pensiones o cuotas para su funcionamiento, debería hacerlo mediante presupuestos y bajo condiciones estrictas de rendición de cuentas, con miras a evitar malos manejos y hasta ingresos a campos de corrupción que no deberían afectar ni a la COB ni a organización sindical alguna del país. Los dineros del Estado no deberían servir para prebendas o ayudas interesadas, sino más bien para invertir en lo importante, como empleo, construcción o mejoramiento de hospitales y locales escolares que sirvan justamente a los asalariados.
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