I
Antonio Pulido
Para cualquier economía, sociedad, empresa o individuo el impulso innovador es su salvoconducto para transitar hacia el futuro. Renunciar a la innovación es quedarse atrapado en el tiempo. Retrasarse en el impulso innovador es alejarse de posiciones de liderazgo como persona, como empresa o como país. No toda innovación garantiza el éxito; pero no innovar o hacerlo parcialmente y con retardo, incrementa los riesgos de fracaso ¿Vivimos en España un momento de pérdida de ese impulso innovador?
El impulso innovador de un país puede medirse de muy diversas formas, utilizando indicadores variados sobre esfuerzo, entorno y resultados. Sin embargo, parece inevitable revisar estrategias cuando los tres índices globales de innovación más reconocidos son coincidentes en su diagnóstico de retrasos en situación y tendencia, como es el caso de nuestro país.
El Global Innovation Index que elaboran conjuntamente, para 140 países, una escuela de negocios (INSEAD), una universidad (Cornell) y una organización especializada en propiedad intelectual (WIPO), sitúa a España en el puesto 28 con 49 puntos, lejos de los más de 60 puntos de las economías más innovadoras (como Suecia, Holanda, EEUU o RU), pero también por debajo de la mayoría de países de la Eurozona, en compañía de Italia o Portugal.
La puntuación se obtiene a través de 85 indicadores que miden la situación relativa institucional (política, regulatoria y de entorno empresarial), el esfuerzo en capital humano e investigación, la disponibilidad de infraestructuras (TIC y generales), el desarrollo de mercados (créditos, inversión y competencia), el esfuerzo empresarial en innovación y los resultados obtenidos en creación y difusión del conocimiento, así como en productos creativos y activos intangibles.
Nuestros mejores registros los obtenemos en aspectos tales como estudiantes universitarios, gastos en software de ordenadores, diseño industrial, servicios públicos on-line o infraestructura TIC. Los peores en aspectos tales como movilidad de estudiantes, esfuerzo inversor, facilidad para constituir nuevas empresas u obtención de créditos, mejoras de productividad o colaboración universidad/empresa.
Otro índice de impulso innovador es el que publica una institución líder en información y análisis financiero (Bloomberg Innovación Index) con resultados para más de 50 países a partir de sólo seis indicadores: gastos en I+D, VA en manufacturas, empresas de alta tecnología, educación de tercer grado, personal investigador y patentes.
España se sitúa en el puesto 29 con 63 puntos, lejos de países líderes (más de 80 puntos) como Corea del Sur, Suecia, Alemania o Singapur y nuevamente compartiendo posiciones con Italia, Portugal y Grecia.
Por último me referiré al European Innovation Scoreboard de la Comisión Europea, que valora la situación en los 28 países de la UE a partir de 27 indicadores referidos a condiciones de entorno (recursos humanos, atractivo de los sistemas de investigación o del ambiente innovador), inversiones (financiación y esfuerzo), actividades de innovación (activos intelectuales, conexiones o innovadores) e impactos (en el empleo o en las ventas).
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