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Parte I

¿Quién defendió a quién en la Guerra del Pacífico?

Carlos Echazú Cortez

La Guerra del Pacífico es el episodio de la Historia de Bolivia que mayor reinterpretación y discusión requiere de parte de la opinión pública en nuestro país. Esa necesidad deviene principalmente del hecho de que interpretaciones erróneas han tenido repercusiones políticas nefastas.

Una de esas interpretaciones distorsionadas fue, de algún modo, influenciada por la visión peruana, según la cual, el Perú entró en la guerra para defender a Bolivia. Esta visión fue asumida de modo completamente acrítico por la historiografía boliviana, debido a varios factores, entre otros, por cómo se presentaron las cosas y luego por los intereses políticos que prevalecieron en aquel momento.

Ahora bien, es muy cierto e innegable que existían contradicciones entre Bolivia y Chile, pero de ahí a afirmar que las causas verdaderas de la Guerra del Pacífico están en esas contradicciones, hay un trecho muy grande. Sin embargo, cuando en nuestra historia sostenemos que la causa de la guerra fue el impuesto de 10 centavos que el gobierno boliviano impuso a las empresas chilenas por exportación del quintal de salitre, estamos diciendo justamente que las causas están en esas contradicciones. Ahí radica nuestro principal error de interpretación, puesto que el impuesto de 10 centavos, en rigor, fue el pretexto, o si se quiere, el detonante para desatar la guerra, nada más.

¿Cuáles son entonces las verdaderas causas de la Guerra? Esas causas están necesariamente en la nacionalización del Guano por parte del gobierno peruano. Esa medida afectó gravemente los intereses de las empresas anglo chilenas y de allí que surgiera el impulso de esos intereses anglo chilenos en desatar la guerra para recuperar lo que ellos consideraban “suyo” y les fuera “arrebatado” por el gobierno peruano. Sin embargo, para llegar a esos yacimientos guaníferos, Bolivia estaba en el camino, geográficamente hablando.

Entonces, para esos intereses anglo chilenos quedaban dos opciones: la primera era avasallar a Bolivia y abrirse paso hacia el Perú; la segunda, entrar en un acuerdo con Bolivia para hacerle la guerra al Perú, reconfigurando el mapa político de tal modo que Chile avanzara apoderándose de los desiertos de Atacama (boliviano) y Tarapacá (peruano), donde se encontraban los yacimientos guaníferos nacionalizados. En compensación, Chile apoyaría a Bolivia a apoderarse de las ciudades peruanas de Arica y Tacna y mantener de ese modo, una salida al océano Pacífico. Este plan, que es ampliamente conocido por los historiadores, recibió el nombre de Plan Santa María (por el nombre de su mentor, el canciller chileno).

Ambos planes fueron llevados delante de modo simultáneo, es decir, mientras Chile avasallaba a Bolivia (a modo de suavizarla), le propuso posteriormente llegar al acuerdo mencionado. La historiografía boliviana ha señalado que, pese a dubitaciones iniciales, el gobierno boliviano hubiera rechazado el acuerdo propuesto por Chile. Sin embargo, existen indicios muy claros de que, si bien las élites bolivianas negaron públicamente el acuerdo, secretamente lo aceptaron y de ahí que Bolivia se hubiera retirado de la guerra después de la batalla del Alto de la Alianza. Sin embargo, como el acuerdo no fue hecho público, Chile no se sintió obligado con Bolivia.

Ahora bien, hemos sostenido que Chile planteó efectivamente el plan Santa María a Bolivia. Lo hizo mediante una reconocida personalidad boliviana que se encontraba en Chile, Gabriel René Moreno. Este solo hecho (independientemente de que haya sido aceptado o no por Bolivia) implica necesariamente que las principales contradicciones en la Guerra no eran entre Bolivia y Chile, más bien eran entre Chile y el Perú. De otro modo, Chile no hubiera planteado un plan semejante a Bolivia. ¿Qué sentido tiene intentar aliarse con su principal enemigo para combatir a un enemigo secundario? Eso es absurdo.

Por esa razón, es incorrecto e incoherente pretender que el Perú entró en la guerra para defender a Bolivia. Sin embargo, esa interpretación surgió del hecho de que fue Bolivia la que tomó la iniciativa para la alianza con el Perú. Pero eso prueba simplemente que Bolivia se sentía amenazada, porque efectivamente lo estaba, ya que sería la primera víctima del expansionismo anglochileno. Luego, el hecho mismo de la alianza boliviano-peruana implica el reconocimiento de los gobernantes de ambos Estados de que Bolivia no iba a ser la única víctima de esa política expansionista.

 
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