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[Armando Mariaca]

Confianza inicial se hizo decepción y frustración


Cuando los pueblos encuentran que su vida transcurre en medio de angustias y decepciones, por más esperanzas y confianza que hayan abrigado en sus dirigentes, sus reacciones son siempre condenatorias; se adquieren posiciones opuestas a las que inicialmente regían. El pueblo, siempre sabio en sus sentimientos, sabe hasta dónde puede abarcar en apoyo o apego a quien muestra condiciones para administrar el país por la confianza dada por efecto de los votos emitidos por la mayoría; sabe cuánto puede creer en promesas, intenciones y programas; el pueblo conoce quiénes son capaces de concretar mucho de las soluciones que se requieren para múltiples problemas; pero, todo ese saber se convierte en decepción y frustración cuando comprueba cómo se lo defraudó y cuánto se engañó con lo que debía y podía hacerse.

El pueblo es, en principio y resultado, el bien común al que se debe servir, agrandar y fortalecer; es la razón de quienes aspiran a servir mostrando capacidades, virtudes y alta moralidad; pero, cuando todo ello no demuestran los mismos protagonistas de todo lo ofrecido y no cumplido, el pueblo ve decepcionado cómo se lo puede engañar tan sólo porque la sed de poder, el dinero malgastado a manos llenas obligan a anular sentimientos y propósitos dignos; ese poder que se otorgó por tiempo limitado conforme a la Constitución y las leyes es tergiversado, trocado por más ambición y sostenido dándole el carácter de permanente por tiempo indefinido.

Esto es, más o menos, lo que nos ocurrió en Bolivia porque a principios del actual régimen del MAS, cuando ganó su candidato las elecciones de diciembre de 2005, hubo beneplácito en la mayoría de la población y hasta los más escépticos creyeron que el cambio, exigido por generaciones que se demandaba en la forma de administrar el país había llegado y las esperanzas de mejores días con conductas más dignas que las pasadas en décadas cambiarían y, finalmente, primaría la conciencia de país y surgiría una vocación de servicio que sea seria, honesta, honrada y responsable porque quienes asumieron los poderes de la nación pertenecían al pueblo indígena, llamado originario y, además, digno de asumir funciones que se le había negado porque no se confiaba en sus capacidades y en la posibilidad de que pudiesen hacer lo que los anteriores gobiernos no habían hecho.

Y pasó el tiempo hasta llegar a 13 largos años en que se expusieron políticas de cambio de toda clase sin que mayormente no se cumplan; se pregonó propósitos y propuestas sobre todo lo que se pensaba hacer; se anunció inversiones con el dinero logrado por las exportaciones y hasta por préstamos contraídos en organismos internacionales y en la banca comercial; se acumuló tanto dinero con el que se creía que podía hacerse mucho y se hizo poco; en fin, el pueblo fue comprobando que buena parte de esa riqueza fue dilapidada, derrochada y malgastada y poco, muy poco en lo que beneficie al bien común.

Ante este panorama, el pueblo protestaba, reclamaba y decía: Tanto daño se hace y nadie se preocupa, a nadie le importa lo que se hace y permite con la corrupción; nadie pone freno al contrabando ni al narcotráfico ni a la ineficiencia burocrática; (aumentada en 14 años cuatro o más veces de lo que era hasta el año 2005); en fin, a nadie parece que le importa el país y todo lo que pasa en él. Por su parte, el gobierno enrostró a todos los regímenes anteriores: “no se hizo nada” y “sólo se explotó a los originarios”, “reinó la corrupción y el narcotráfico”, “tuvieron más importancia las posiciones personales o de familias y grupos”. Acusaciones de toda laya contra el pasado y que, se dijo: “felizmente, el actual gobierno hace y hará”; pero…

La realidad fue diferente: Que antes no se hizo todo lo que debía hacerse y construirse, es cierto; pero, la carencia de medios financieros y voluntad política imposibilitó toda buena realización; sin embargo, con poco se hizo mucho y así lo encontró el actual régimen; sirvió como base para el derroche en trece años, ese poco hizo que el país logre varias obras. Se tuvo la confianza de la comunidad internacional que permitió dejar dinero para disposición de los que llegaron al poder con buenas intenciones. Se ha dicho y escrito tanto que largo o imposible sería reproducirlo; lo grave es que nadie pudo hacer más, ni pudo lograr que se corrijan conductas y hechos que malograron la situación del país porque la ineficiencia, los deseos y ambiciones de más dinero y más poder pudieron más y así transcurrieron casi catorce años y se espera que las elecciones de octubre abran esperanzas de cambios ciertos y constructivos, reclamando acciones en que se muestre conciencia y deseos de corregir, mejorar y retomar las intenciones y buenos propósitos del comienzo que, en estos días de campaña pre-electoral, prometen cumplir tanto el MAS como los candidatos opositores que aspiran al poder.

 
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