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Es tiempo de pasar el duelo

Marcelo Miranda Loayza

Las elecciones generales del 18 de octubre pasado han dejado a una buena parte de la sociedad boliviana en una especie de duelo, donde el temor y la incertidumbre no nos están dejando pensar con objetividad, poniendo a todo el país en una especie de "negación" con respecto a los resultados finales de la votación del pueblo boliviano.

Bolivia decidió, la pregunta esencial en estos momentos no es por qué, sino qué podemos hacer de ahora en adelante, con ello no quiero decir que caigamos en el conformismo de no cuestionarnos como sociedad el motivo por el cual se desechó la lucha de miles de jóvenes que arriesgaron su vida para elevar su voz en contra de un régimen abusivo, totalitario y corrupto.

Leer y escuchar a los actores políticos de oposición lavándose las manos y deslindando responsabilidades por la abultada derrota electoral de octubre da para pensar en que dichos señores nunca estuvieron a la altura de las circunstancias, ni los libros ni las gorras sirvieron para construir una alternativa concreta, tampoco tuvieron efecto alguno los "tweets intelectuales" ni los sonidos del shofar (trompeta ritual judía). En resumen, Bolivia no vio en la oposición una verdadera oposición, solo pugnas de poder que fueron rematadas por un gobierno transitorio plagado de ambición y de actos de corrupción.

Con asombro y hasta con incredulidad vimos cómo gran parte del país hizo vista gorda a comportamientos inaceptables (corrupción, pederastia, etc.) por parte del ex presidente Morales, pareciera que miles de bolivianos prefieren seguir viviendo en la profundidad de las sombras de la mítica caverna de Platón, es decir, prefieren un espejismo, una simulación, antes que la verdad.

“El dolor del duelo sigue doliendo”, pero no podemos vivir eternamente en el llanto, urge la construcción de una verdadera alternativa al Movimiento al Socialismo, dejando de lado el socialismo “light” de Mesa y el egocentrismo religioso de Camacho, con propuestas claras sobre la importancia del Estado de Derecho, donde la norma legal sea clara y no sobreabunden leyes que al tratar de normar todo terminan por normar nada. Necesitamos líderes que propongan sin miedo y sin tapujos la reducción del aparato estatal, pues mientras más grande sea éste, más propenso a la corrupción será; necesitamos líderes que denuncien la burocracia estatal y municipal, verdadero cáncer del emprendedor y que no le tenga miedo a una reestructuración tributaria y aduanera; necesitamos líderes que no se achiquen en la hora de hablar de la importancia del libre mercado, como forma ideal de lucha contra la pobreza; necesitamos líderes alegres, joviales, intelectuales y emprendedores, que no le tengan miedo al regionalismo (que siempre va a existir), que no duden ni por un minuto en profesar la separación real de poderes; necesitamos un líder que no vea con buenos ojos el consumo indiscriminado de alcohol, del cual emanan tremendos males como la violación, el feminicidio y la violencia intrafamiliar; necesitamos de un líder serio, que trabaje por el país, sin convertirse en el gran alcalde de Bolivia, entregando obras para darse un baño de popularidad. Por último, necesitamos un líder temeroso de Dios, que sepa que por encima de él se encuentra su Fe y que de su Fe nace la necesidad de servir al prójimo.

Marcelo Miranda Loayza es Teólogo y Bloguero.

 
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