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El olvido del suplicio de Julián Túpac Katari

Juan Chávez Alanoca

La memoria histórica refiere que antes de la época de la guerra por la emancipación y libertad, los héroes indígenas como Julián y su esposa Bartolina Sisa dirigieron la sublevación indígena hasta sacrificar sus vidas con valor y dignidad en la lucha contra la explotación, despojo y servidumbre del régimen colonial.

Entre febrero y marzo de 1781 comenzó el levantamiento indígena con la aparición de Julián Túpac Katari, atribuyéndose ser “El Señor Virrey Catari”, “Soberano Inca Rey”. En su primera carta y/o proclama desde Ayo Ayo, se dirigió contra las personas que vivían en la ciudad de La Paz (españoles, criollos, mestizos), buscando el retorno a la estructura económica y social del incario, pero carecía de los postulados de República Independiente o Independencia de las colonias españolas.

El 13 de marzo de 1781 se produce el combate con las fuerzas del español Sebastián Segurola y, ante la imposibilidad de tomar la ciudad de La Paz, al día siguiente, 14 de marzo, iniciaron el cerco, levantando una gran tienda de lona en la Ceja de El Alto (hoy Corazón de Jesús, lugar visible desde el valle de Chuquiapu).

Entonces el coronel José Reseguín, enviado por orden del Virrey del Rio de La Plata, llegó a Ceja - El Alto con 10.000 hombres el 17 de octubre de ese año, rompiendo el cerco para auxiliar a los habitantes de la ciudad de La Paz, reprimiendo la rebelión indígena y con el salvaje e inhumano proceder descuartizó a Túpac Katari.

En la captura del caudillo intervinieron los indígenas rebeldes: Miguel Bastidas o Miguel Túpac Amaru, Diego Cristóbal Túpac Amaru, Juan de Dios Mullupuraca, los hermanos Quispe, Manuel Vilca Apaza y Guamansongo, el cacique aliado de los españoles. También participaron los indígenas que suscribieron las “Paces de Patamanta” con el comandante coronel José de Reseguín, el 3 de noviembre de 1781, sujetas a condiciones de sometimiento a cambio del indulto y/o perdón del Virrey Jáuregui, que los rebeldes indígenas incumplieron en las siguientes 24 horas.

Los indígenas hermanos Tomás Inga Lipe el Menor e Inga Lipe el Mayor, antiguos y fieles compañeros de Túpac Katari, arreglaron la captura de éste y lo entregaron el 9 de noviembre de 1781 en la región de Chichayapampa -a cinco leguas de Achacachi- junto a su concubina María López o María Lupiza, y los cuatro fusileros rebeldes, al español Mariano Ibáñez, como consecuencia del incumplimiento de las Paces de Patamanta. Todos fueron conducidos hacia el santuario de Peñas.

El 13 de noviembre, los verdugos de la justicia realista -antes del comenzar el proceso- maltrataron y torturaron al infeliz caudillo caído. Cerca de la medianoche, el Oidor de la Real Audiencia de Chile, Francisco Tadeo Diez de Medina, falló la sentencia contra Túpac Katari, como infame aleve, traidor, sedicioso, asesino y hombre feroz, o monstruo de la humanidad, condenándole a la pena de muerte, en la plaza pública de Peñas, donde se le había de despedazar por cuatro caballos y que después de muerto se condujese la cabeza a la ciudad de La Paz y se tuviese en la horca por tres días y luego se colocase en el alto que llaman Quilliquilli, para público escarmiento. Que el brazo derecho se remitiese al pueblo de Achacachi, el izquierdo al de Sica Sica, la pierna derecha al de Caquiaviri, y la izquierda al de Chulumani, para que se fijasen en los parajes más públicos. El tronco del cuerpo, que se mantuviese en la horca y después se redujese en cenizas y se aventase.

Aquel funesto día 14 de noviembre de 1781, José Reseguín hizo cumplir la sentencia en todas sus partes por cuatro briosos potros montados por diestros caballerizos o jinetes gauchos traídos desde provincia de Tucumán (Argentina), que partieron en cuatro direcciones opuestas, y al día siguiente, el 15 de noviembre, fueron condenados a muerte sus cuatro fusileros. En la misma tarde el traidor Tomás Inga Lipe vuelve a Peñas llevando un cañón que se encontraba oculto en la estancia de Ancoamaya, para ser devuelto a los españoles.

Por la eficaz ayuda facilitada en la captura de Túpac Katari, el Comandante Reseguín declaró a Inga Lipe “Indio Noble y Leal Vasallo”, concediéndole la merced de la “Real Medalla del Rostro de Su Majestad”.

Si el indígena traidor fue reconocido por los españoles como “Indio Noble y Leal Vasallo”, y galardonado con la “Real Medalla del Rostro de su Majestad”, con mucha mayor razón el pueblo boliviano debe reconocer por ley a los líderes indígenas Julián Túpac Katari y Bartolina Sisa como "Precursores de la independencia y unidad del pueblo boliviano", como un justo homenaje conmemorando con Desfile Cívico Patriótico. No pueden pasar desapercibidos y quedar en el “olvido” las fechas del suplicio del 14 de noviembre de 1781, y la muerte en la horca el 5 de septiembre de 1782, porque son una viva expresión de nuestros aborígenes. No es suficiente que sindicatos, juntas vecinales y Federaciones de Trabajadores Campesinos lleven sus nombres identificativos.

Bibliografía consultada:

1.- Historia Colonial de La Paz, de Víctor Santa Cruz, La Paz – Bolivia, 1941.

2.- Julián Tupaj Katari Caudillo de la Liberación India, de Alipio Valencia Vega, librería Editorial Juventud, La Paz – Bolivia, 1979.

3.- Historia de la Rebelión de Túpac Katari, 1781 – 1782, de María Eugenia del Valle de Siles, La Paz – Bolivia, 2017.

Juan Chávez Alanoca es Abogado.

 
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