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El desarrollo y los derechos sociales


 

En tiempos normales estudiar temas económicos referidos al desarrollo es común porque todo coincide con la obligación de cuidar y mejorar la situación económico-financiera de la población que vive en condiciones no siempre satisfactorias porque sus ingresos, por más incrementos que tengan, no siempre pueden competir con los índices de inflación que elevan el costo de vida. El problema, que seguramente estudia el gobierno, dando prioridad a planes de desarrollo, por las actuales condiciones de vigencia de la pandemia por el coronavirus que ha puesto de rocillas a casi todos los países del mundo, adquiere nuevas dimensiones. Es que combatir a la enfermedad que ocasionó la pandemia da lugar a tener que disponerse de mayores presupuestos, mermando muchos de los que tenían importancia para la vida normal del pueblo.

Hasta el mes de octubre de 20l9 la normalidad en la vida del país era una característica; pero al presentarse el cambio constitucional de gobierno y más, en marzo de 2020, con el coronavirus, el nuevo régimen no tuvo otro paso que dar que recurrir a un mayor endeudamiento para atender las exigencias de lo no previsto ni calculado, como es el caso de la pandemia que trastocó totalmente la situación económica y requirió de un presupuesto extraordinario con base en créditos foráneos, al margen de utilizar una parte de las Reservas Netas Internacionales que ya estuvieron reducidas por el uso festinatorio del anterior gobierno. Ahora, con disponibilidades deprimidas, si el gobierno quiere reactivar la economía, debe recurrir al Banco Mundial o al FMI para lograr préstamos que, en su mayoría, sirvan para combatir al coronavirus y, si es posible, el saldo destinar a proyectos de desarrollo en los que debe contemplarse, de todos modos, el campo social, que debe ser tomado en cuenta para cualquier cambio sustancial en la economía.

Es necesario que cualquier estrategia de desarrollo, especialmente si es a largo plazo, tenga proyecciones para satisfacer las urgencias y necesidades de la población, cuyos ingresos casi siempre están deprimidos. En todo caso, en una reactivación, sobre todo si está dirigida al desarrollo, la población no debe ser sólo productora o generadora de riqueza, convirtiéndose en instrumento de la economía, sino para reducir los extremos de pobreza, mejorar las condiciones de las familias, superando su formación educativa y cultural. El desarrollo debe ser para mejorar las condiciones de vida, alcanzar índices mayores de progreso material y moral; disminuir el desempleo y hacerlo junto a la actividad privada que debe jugar papel importante en toda transformación económica y muy especialmente para crear fuentes de producción de bienes y servicios.

Es necesario estudiar planes para inversiones internas y foráneas con miras a que los bolivianos aprendamos a utilizar mano de obra propia y producir lo que precisemos, disminuyendo las importaciones. De todos modos, cualquier estrategia de desarrollo deberá contemplar las urgencias del país y los beneficios que se pueda conseguir para la población al bajar las tasas de desocupación y, de ser posible, conseguir la integración de todos los bolivianos, considerando que la falta de unidad ha sido factor determinante para el atraso y aumento de la pobreza.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
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