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Editor e ideólogo de Nuevo Milenio

Marcelo Paz Soldán



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Marcelo Paz Soldán es Director de Editorial Nuevo Milenio, localizada en Cochabamba, quién en esta nota exclusiva con El Diario de La Paz, nos comenta sobre sus inicios como editor, sus preocupaciones y, obviamente, sobre su trabajo a cargo de la editorial más importante de su ciudad y una de las más importantes del país ya que su catálogo es fundamental para conocer la narrativa boliviana de finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Sean bienvenidos al show.

Aparte de la literatura ¿Cuáles son las otras grandes pasiones en tu vida?

Mis inicios profesionales fueron como economista, ya que tengo una licenciatura en esa carrera. Luego estudié matemáticas, que pronto abandoné porque me casé y luego hice una maestría en finanzas. Tengo varios posgrados en economía tanto en Estados Unidos, como en Holanda y Alemania, donde fui profesor por un semestre. De manera paralela a mi vida profesional fundé Editorial Nuevo Milenio en 1996 y, con el tiempo, mi actividad de editor fue reemplazando mi vida de economista. Es así que hasta el día de hoy combino mis dos grandes pasiones que es la edición con la economía, aunque la edición, ciertamente, parece estar ganando la batalla.

¿Hubo un momento exacto en tu vida en que decidiste ser editor o fue más bien un proceso?

Pienso que mi historia como editor nace de manera, digámoslo así, irresponsable. Era como mi actividad paralela, algo que quería sea mi aporte a la cultura del país y nunca pensé, puedo ser honesto en ello, que termine dominando mi vida, que sea la reguladora de mis actividades diarias. Sentía que el país necesitaba una editorial que publique a nuevos autores que no tenían espacio para publicar su obra, pero que tenían calidad literaria de sobra. Por eso, a lo largo de estos años, he insistido en publicar obras primas, como el caso de El día del fuego de G Munckel.

¿Cuál es tu mayor virtud como editor?

Es importante comprender, a cabalidad, quienes están detrás de la edición de un libro: escritores, editores, correctores de estilo, diseñadores, impresores, almacenistas, distribuidores, publicistas, vendedores en librerías y, finalmente, los lectores. Entonces para ‘conectar’ a un autor con un lector hay una serie de pasos intermedios que deben ser verificados.

No se puede entender el proceso de edición sin un elevado grado de obsesión por la perfección. Comprender que el trabajo de un editor es, básicamente, como la de un “artesano de los libros”. Yo creía, y aún lo hago, que la edición debe llegar a “cero” errores, como es la búsqueda de los japoneses en todo aspecto. Qué todo se debía corregir antes de que se imprimiera el libro. Que el lector no debía encontrar ningún error en los libros que leía, así que esa obsesión que puede llegar a ser demasiado agotadora, se ha convertido en mi principal virtud. Trabajar el libro hasta el cansancio, hasta que esté perfecto, en la medida de mis posibilidades –sé que es difícil de lograr, pero es mi (honesta) intención–. Sin embargo, puede ser que el libro no sea del agrado del lector, que no le haya gustado lo que ha leído, pero como objeto debe tratar de ser lo más perfecto como sea posible.

A tu consideración ¿Un editor nace o se va haciendo con el pasar del tiempo?

Se va haciendo, es ese trabajo obsesivo del que te comenté que hace a un buen editor. Sin ello, es mejor que no te dediques a la edición. Lo mismo sucede con la escritura, los textos deben de reescribirse una y mil veces. Deben ser corregidos hasta la perfección, que no tengan grietas. Que el lector pueda reconocer un trabajo de escritura.

¿Cuáles son tus autores favoritos?

Mis autores favoritos en Bolivia son: Rodrigo Urquiola, Edmundo Paz Soldán, Fabiola Morales, G Munckel, Giovanna Rivero, MagelaBoudoin, Adolfo Cárdenas, Rodrigo Hasbún, Raúl Rivero, Eduardo Scott, Gonzalo Lema, Luis H. Antezana, Jaime Saenz, Oscar Cerruto, Roberto Echazú, Adolfo Costa du Rels, Armando Chirveches, Carlos Medinaceli, Aldo Medinaceli, Camilo Albarracín, Yuri Soria-Galvarro, Augusto Céspedes, Ramón Rocha Monroy, Edmundo Camargo, etc. En Sudamérica, Ernesto Sábato, Mempo Giardinelli, Álvaro Mutis, Roberto Bolaño, Mónica Ojeda, Mariana Enríquez, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Samanta Schweblin. Y del mundo me gustan varios como Coetzee, Carreré, Neil Gaiman.

¿Qué libros han calado hondo en ticonvirtiéndose en una suerte de influencia?

Es que los libros que vas leyendo tienen la importancia del contexto en el que los lees. Mis primeros libros fueron Alfred Hitchcock, Julio Verne, Billiken, algunos de los cuales, posiblemente, no leería ahora. Pero más que los libros que lees, lo que cala hondo en uno es el acto imprescindible de leer lo que caiga en tus manos. No entiendo como hay personas que no leen. Gracias a la lectura, me he convertido en una especie de chismoso irremediable. Por ejemplo, cómo no saber que le pasa a Alejandra en Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato.

Esta tal vez va evolucionando con el paso de los años, pero ¿Podrías darnos tu top 5 de libros fundamentales en tu vida?

Luna caliente, de Mempo Giardinelli

La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa

Laguna H.3, de Adolfo Costa du Rels

Río fugitivo, de Edmundo Paz Soldán

El retrato de Dorian Grey, de Óscar Wilde

¿Cuál es el libro al que más “jugo le has sacado”? ¿Qué autores han marcado en tu vida?

Pienso que los libros a los que mas jugo le he sacado son a los de Óscar Wilde, William Shakespeare.

Sin entrar en detalles ¿Cuántos libros llevas en tu haber de lector?

Son muchísimos, muchos más de lo que pueda contar. No te olvides que como editor estoy leyendo todo el día, y todos los días leo manuscritos de autores a los que vamos a publicar y muchos de autores que no publicamos, pero que lo hacen con otras editoriales. La lectura para mi también es trabajo, me pagan por leer cosa que muy pocos pueden decir lo mismo. Ahora bien, que te paguen por hacer algo que amas, es ciertamente un privilegio.

De la “cosecha personal” tuya ¿Cuál es el libro más entrañableque has escrito y que haya marcado un antes y un después en tu carrera como escritor?

A parte de editor, como escritor el libro más entrañable que he escrito es el de Ricardo Pérez Alcalá, el gran ausente. Es el libro que más quiero, ya que ha sido un placer escribir sobre el más grande acuarelista que ha tenido Bolivia y que mi texto sea ahora parte del catálogo del Museo Nacional de Arte en La Paz

¿Consideras que las limitaciones editoriales desde tus comienzos hasta la actualidad han mejorado en cuanto a condiciones ó, todo lo contrario, se ha venido a menos?

¡Han mejorado muchísimo! Yo cuando empecé a editar libros todo era muy poco profesional en Bolivia. No teníamos un buen sistema de distribución, impresión, diseño de libros, ventas (no existía el ISBN). Todo era mucho más rudimentario. Incluso las editoriales que existían eran pocas. Con el tiempo nos hemos ido profesionalizando en todos los aspectos, hay más editoriales y el mercado es muy competitivo. A todo ella ha ayudado las ferias internacionales de La Paz, Santa Cruz y Cochabamba (en ese orden).

¿En qué sentido consideras que la pandemia ha afectado a la literatura nacional puntualmente?

La pandemia nos ha obligado a reinventarnos, a trabajar aspectos en los que antes no lo hacíamos. El libro digital iba ganando terreno en el mundo, pero en Bolivia no le dábamos mucha importancia. Con el tiempo hemos tenido que incluir al libro digital en la cadena de valor del libro. Aún es incipiente, pero va a seguir fortaleciéndose con los años. Las nuevas generaciones ya tienen mucho mayor relación con lo tecnológico y ellos se van a encargar de mejorar el uso de otro tipo de plataformas, incluso su promoción en redes sociales que antes no existían. Asimismo, se ha incluido al sistema bancario en la cadena de valor. Años atrás todo el comercio de libros era con billete constante y sonante; ahora ya se hacen transferencias, se paga utilizando PayPal, tarjetas de crédito, débitos, códigos QR.

Ante la dificultad por la pandemia para presentar nuevas obras, ¿qué opciones literarias usas para no dejar de escribir?

Como editorial Nuevo Milenio durante el 2020 hemos presentado doce libros, algo que es relativamente normal–hay otras que editoriales que presentan más libros, otras menos–. El trabajo como escritor o editor no se ve fuertemente afectado, ya que este siempre es un proceso solitario o, mejor, una actividad solitaria. Puedes entender que el oficio de escribir y de editar conlleva mucha soledad. En este caso: “no necesitas de dos para bailar el tango”. Se podría pensar que estamos más acostumbrados a esa vida de reclusión, tan necesaria en una pandemia.

Lo que me llama la atención es como se están produciendo textos que como tema central tiene el virus como protagonista, como el caso Allá afuera hay monstruos de Edmundo Paz Soldán.

¿Ves una luz en el camino que, a mediano plazo, logre un resurgimiento de nuestra literatura?

Más bien la literatura boliviana está viviendo uno de sus mejores momentos. Autores como Rodrigo Hasbun, que publica en RandomHouseMondadori, MagelaBoudoin, Giovanna Rivero, Edmundo Paz Soldán, Liliana Colanzison autores que publican en editoriales del exterior y, en algunos casos, son traducidos como el caso de Giovanna Rivero que acaba de ser traducida al italiano. La literatura boliviana está teniendo mucha visibilidad fuera de Bolivia, mucho más que en el pasado.

¿Hay autores nacionales de la “camada nueva” que despertaron tu interés el último tiempo?

Me gusta mucho G Munckel, Juan Pablo Piñeiro, Fabiola Morales, Mariana Ruiz, Cecilia Romero, Aldo Medinaceli, Rodrigo Urquiola, Gabriel Mamani, Daniel Averanga, Wilmer Urrelo. Trato de leer todo lo nuevo que ellos publican. Aunque algunos de ellos están dejando de ser “camada nueva”.

El escritor siente la fuerte necesidad de crear constantemente ¿Tienes algunos proyectos que se estén puliendo para ser publicados apenas haya la oportunidad?

Estoy trabajando la historia de la aviación en Bolivia, que espero se publique este año. Acabo, también, de terminar un cuento sobre la pandemia con mi protagonista: Monika.

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