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[David Foronda]

La vergüenza de ser “de derecha”


Dicen que Sir Arthur Conan Doyle, creador de “Sherlok Holmes”, solía enfatizar: “la conciencia siempre tiene algo que acusar”. Aludía de esa manera a la inexistencia de hombres intachables e incorruptibles en la aristocracia británica de entonces. Para comprobarlo, sugirió en una de las tantas reuniones del club selecto de “gentlemans” de Londres, en el que se preciaban de ser personas honestas, someter a una prueba psicológica a diez personalidades de las aparentemente más sólidas y dignas de la ciudad. A ellas simplemente se les enviaría una esquela anónima en los términos siguientes: “Huye en seguida. Todo descubierto”.

Está demás decir que la agudeza del gran novelista policial fue coronada por el éxito rotundo, ya que de los caballeros elegidos sólo tres se quedaron al recibir el extraño aviso. Todos los otros huyeron. Conan Doyle decía: “sostengo que no existen hombres, ni mujeres, intocables desde el punto de vista de la honestidad. Quiero decir que siempre, en el fondo de las conciencias más sólidas en apariencia, aletea imperceptible una duda sobre delitos que no se llegaron a precisar, pero que han creado un estado especial de alarma en cada espíritu”.

Partiendo de esa premisa, nadie puede considerarse el arquetipo de la honestidad y sinceridad, algo que, pese a todo, bastantes “almas benditas” -tal como solían exclamar nuestros padres y abuelos- quieren hacer creer en la actualidad a toda una sociedad. Por ejemplo, de tanto machacar con cierta verborrea que pretende marear la perdiz, buscan cimentar la idea de que ellos son virtuosos, algo que no responde a la realidad. Aunque parecieran ganar aquellos que, por ejemplo, inciden en querer imponer a la población que “ser de derecha es lo peor, tal vez sólo similar a un peligroso delincuente”, por lo cual en las lides políticas ya nadie querría asumir, acaso sintiendo vergüenza íntima, de que es partidario de ideas contrarias al izquierdismo. Esto daría pie a pensar que habría calado hondo esa cantaleta, por lo cual ahora ya no estarían dispuestos a aceptar, ni remotamente, que son “derechistas”. Algo así como haber perdido su autoestima y dignidad.

Mientras, en la acera del frente tampoco las cosas son óptimas, ya que ante tanta y tamaña estigmatización de la “derecha” --lo que es considerado por mucha gente sólo como “propaganda sistematizada” contra ese bando-- ya casi nadie se traga aquello de “izquierdas” y “derechas”, dado que lo único que todos hacen es pensar en cómo pasar airosamente el día a día, contando con el pan y el chairo diarios, vitales elementos para la subsistencia, dejando a un lado incluso la falta de trabajo, techo, y muchas otras oportunidades que se dan hasta en las naciones circundantes, a las que, un buen día, deciden marcharse a como dé lugar. “La conciencia siempre tiene algo que acusar”, y esto tienen que tenerlo presente, sobre todo quienes manejan y detentan los hilos del poder y de la política o “politiquería” criolla.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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