‘Sherlock Holmes. Juego de Sombras’

Holmes, un verdadero héroe de acción



A MANERA DE INTRODUCCIÓN

Hace algunos años, hasta los conocedores menos fervientes de las historias escritas a inicios del siglo pasado por el autor escocés Arthur Conan Doyle tenían en claro que el personaje principal de su cosecha creativa, Sherlock Holmes, era un detective de aguda inteligencia que no resolvía sus casos a punta de golpes, sino de razonamiento, aunque se valía también de una serie interminable de disfraces. En pocas palabras, se trataba de una suerte de investigador intelectual que lucía muy bien en la página, pero que podría adaptarse difícilmente a las demandas de las grandes audiencias contemporáneas, como lo probaba su retiro de los proyectos fílmicos recientes.

Por supuesto, todo eso cambió en el 2009 con el estreno de la primera superproducción hollywoodense sobre sus pesquisas, en la que se aumentó considerablemente el peso de las secuencias de acción que sí se encontraban de algún modo presentes en los relatos originales, pero que en este caso sirvieron para darle a Holmes un aspecto de aventurero moderno que fue de la mano con la implementación de un aspecto bohemio y desgarbado. Se trató de una decisión arriesgada que no complació precisamente a los puristas, pero que encontró una grata recepción no sólo en la taquilla, sino también en la apreciación de muchos críticos, convencidos por su gran valor de entretenimiento obtenido y la excelente química entre los dos protagonistas, Holmes y sus asistente Watson, interpretados de manera respectiva por Robert Downey Jr. y Jude Law.

EL CASO SE REABRE

La buena fortuna de esa versión ha hecho que tanto los ejecutivos del estudio productor como el director británico Guy Ritchie -encargado también de la primera cinta- lleven las cosas a mayores extremos en la secuela. Con esto queremos decir que el filme le encantará probablemente a quienes celebraron que el Holmes de la primera le entrara mucho más a los puños que el de los libros, mientras que frustrará todavía más a los que consideraron que esta reinterpretación era una traición al espíritu de Conan Doyle.

El detective de la nueva cinta es un verdadero héroe de acción, y se entrega ahora incluso con más gusto a la pelea, demostrando unas habilidades para el combate cuerpo a cuerpo. Afortunadamente, estas inclinaciones no le han quitado legitimidad a su capacidad analítica, porque si bien se saca de encima a los numerosos enemigos que lo amenazan gracias a sus insospechadas dotes para las artes marciales, la mayoría de los resultados positivos que obtiene se producen como consecuencia de sus esmeradas deducciones mentales.

GUY RITCHIE, GRAN DIRECTOR

Lo que sí es evidente es que Ritchie, que antes de esta serie hizo trabajos de tanta intensidad estilística, le ha dado rienda suelta a sus instintos visuales más descabellados, hasta el punto de que sus escenas de lucha nos recuerdan de algún modo lo visto en las ofertas recientes de Misión Imposible.

Aquí, el derroche de coreografías, tomas en cámara lenta y artilugios de composición pueden tener tanto un efecto deslumbrante como uno desconcertante, dependiendo del espectador. Plenamente metido en la forma, Ritchie saca a relucir todo su arsenal de piruetas visuales, con la mente aparentemente puesta en un público juvenil que disfrutará sin duda de una propuesta que, en medio de sus excesos, se encuentra realizada con tanto profesionalismo y tanta precisión que no puede dejar de causar admiración en cualquiera que se haya criado con el cine de los últimos veinte años.

ELENCO DE LUJO

No todo en Juego de Sombras se encuentra dedicado a esta clase de espectacularidades, porque el relato que sustenta la historia tiene una dinámica bastante interesante y, por supuesto, Downey Jr. y Law siguen estando excelentes. Además de que son unos tipos de lo más divertidos y unos actores notables, poseen un carisma tan intenso que hacen que el espectador olvide con una sonrisa algunos de los evidentes disparates presentes en una historia que, en medio de su correcto desarrollo, raya muchas veces en lo inverosímil.

En Juego de Sombras, Holmes se encuentra convencido de que los atentados supuestamente anarquistas que asolan Europa tienen que ver con el Profesor Moriarty (Jared Harris), un amo del crimen que se escuda bajo su apariencia científica. En medio de sus correrías, el afamado detective se reencuentra con Watson, quien se encuentra a punto de casarse y, por supuesto, arruina su luna de miel durante una fascinante secuencia desarrollada a bordo de un tren.

Las aventuras del dúo reunificado los llevan hasta París (deliciosamente ambientado en la época), donde se reúnen con Simza (Noomi Rapace), una gitana adivinadora que tiene una misteriosa relación con los anarquistas locales y que, por lo tanto, se volverá también de la partida, como lo harán de manera esporádica la nueva esposa de Watson (Kelly Reilly), el hermano de Holmes (Stephen Fry) y otros personajes. En este conjunto, la más desaprovechada es sin lugar a dudas Rapace, que despertó sensación por su rol protagónico en la versión original de La chica del dragón tatuado, pero que cumple aquí un rol completamente accesorio; en realidad, aparte de Downey Jr. y de Law, el que más destaca es Harris, un experimentado intérprete inglés que encarna brillantemente a un villano tan astuto como atípico.

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