[Alberto Zuazo]

Punto aparte

La supremacía de la clase media


Entre los tantos desbordes verbales en que incurre el oficialismo, en estos días la víctima propiciatoria es la clase media. No se está recordando que fue la que le dio inmerecidas victorias electorales en 2005 y 2009. Empero, en las últimas citas a las urnas, hizo conciencia de que actuó confusa y desprevenidamente y que debía enmendar su error.

Evo Morales, en entrevista concedida a radio Nederland, lanzó toda su artillería contra quien supone ahora que es su mayor adversaria: la clase media, de la que dijo que “no tiene consecuencia política ni ideológica”.

Su enojo se tradujo con mayor énfasis en esta frase: “La clase media depende del salario, de la comida, de la energía. Cuánta gente se molesta de todo y no consigue otro trabajo (¿en la burocracia?), son unos resentidos”.

Pero lo antedicho no le pareció suficiente, agregó: “Hoy en día la clase media se define por el tema económico. Hay grupos emergentes entre los comerciantes, en qué (situación) están (para que) los ubiquemos. A estos grupos se los ha llamado los judíos de Los Andes. Yo creo que se tiene que redefinir esta cuestión… porque la mayoría no vive del Estado, sino de sus propios negocios, iniciativas y consultorías”.

Experimentados analistas han refutado las palabras de Morales, pero hay todavía más por exponer. Empezar reconociendo que la clase media es la que, mediante los esfuerzos y sacrificios paternos, se forma para realizarse personalmente y con ello brindar invalorables aportes al desarrollo del país.

La inmensa mayoría de la clase media efectivamente se ocupa de trabajar y tener un sustento económico, para sí y los suyos, lo que es legítimo, es honesto y plausible. Aspira, además, a prosperar para crear riqueza y con ella instituir empresas y emprendimientos que proporcionan trabajo y aportan al Estado con impuestos.

Sin el ánimo de incurrir en desmedros sociales, pero guardando fidelidad con lo que ocurre en el país, existen otros sectores en el país, como los cocaleros y contrabandistas, que efectivamente no buscan un trabajo en la burocracia estatal o en el sector privado, disfrutan de su independencia, actuando al margen de la legalidad.

Estas actividades son hoy el lastre de Bolivia, al constituirla en el centro del narcotráfico en la región y del escándalo público, desde el momento en que el contrabando, con la venia del Estado, consigue ingresar al país 120 mil vehículos “chutos”, o sea usados y robados en otros países. Entre muchas otras acciones ilícitas.

A la clase media se la ignora en la Constitución vigente, sin tomar en cuenta que es la fuerza educada constructora del país. Según el último Informe Nacional sobre Desarrollo Humano en Bolivia de las Naciones Unidas, la clase media estaría compuesta por todas las personas cuyo ingreso per cápita mensual supera la línea de pobreza en los países en desarrollo -establecida por el Banco Mundial- o sea mayor a dos dólares al día.

En el caso de Bolivia, en el 2007 representaba en común el 62% de la población boliviana, al haber aumentado desde 1999 de 4.1 a 6.1 millones de personas. En cuanto a la clasificación de “clase media global”, en el 2007 representaba el 15% de la población y habría crecido en los últimos años de 565 mil a 1.5 millones de personas. El informe concluye que “este resultado es relevante, pues demuestra una importante expansión de la “clase media global” boliviana”.

El gobierno de Morales, en consecuencia, al pretender demeritar a la clase media, puede estar cometiendo un yerro mayor, dadas sus pretensiones de permanecer en el gobierno por 500 años. Aunque las consultas electorales realizadas desde 2006 no fueron transparentes, pese a ello, en octubre del año pasado, el oficialismo se llevó un fiasco mayúsculo, al perder la llamada elección judicial con el NO.

En adelante, las perspectivas le pueden ser igualmente adversas, pues la clase media tomará seguramente muy en cuenta los conceptos que sobre ella tiene Morales, según la versión que difundió radio Nederland, de Holanda, en cuanto a lo negativo y hasta ofensivo que dijo de ella. Salvo excepciones que no faltan a la regla.

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