Rafael Quispe:

“Llegamos a extremos porque el Gobierno no quiere escuchar”



Rafael arcángel Quispe, líder de tierras altas.

Para Rafael Quispe, ser parte de la columna indígena, en las dos últimas movilizaciones, significó mucho para su experiencia como dirigente, tanto como en el aspecto jurídico en cuanto a lo que se refiere a la defensa de las áreas protegidas que se constituye en un bien común.

“En el tema social como persona me duele que marchen niños con un sacrificio enorme, eso es grave eso me duele en el alma y en el corazón, no hubiéramos querido, pero hemos tenido que llegar a estos extremos porque el Gobierno no quiere escuchar”, señaló.

Desde muy joven y como un deber, el ahora representante del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq), Rafael Quispe, asumió la responsabilidad de ser líder del ayllu perteneciente a la nación Patajata de la provincia Pacajes.

“Yo vengo de un ayllu, en un ayllu se hace el ejercicio de cargo, por normas y procedimientos propios, esto significa que el cargo desde el principio es obligatorio, no hay candidatos ni votos, es una obligación en cada ayllu”, mencionó.

El dirigente relató que desde muy joven empezó a liderizar su comunidad, su propio ayllu y aclaró que más allá de una decisión, el ser dirigente es “un deber”. Por lo tanto, las acusaciones que vierte el Ejecutivo en su contra, afirmando que un comunario de Tierras Altas no tiene relación alguna con el movimiento indígena de Tierras Bajas, no tienen fundamento.

Quispe se califica a sí mismo como un líder pacifista, aunque existen hechos que marcaron su vida, los cuales podrían convertirlo en un ser vengativo, según dijo.

“Yo quiero ser sincero, soy pacifista, pero el pacifismo tiene sus límites. Aquella persona que tiene hijos puede entender, a mi hija la masacraron y ahora tiene un impedimento, traumas psicológicos. En mi conclusión, las personas que golpearon a mi hija el año pasado, fueron enviadas por Evo Morales y su ministro Sacha Llorenti. Si comprobara esto y los vería a ellos cara a cara, les haría lo mismo, lo digo como padre”, manifestó con la voz entrecortada.

El dirigente sólo le pide al Gobierno que respete las leyes, que gobierne para todos, que no sea discriminador, porque “todos somos iguales ante Dios y ante la Ley”.

Rafael Quispe, nació y vive en la nación Patajata de la provincia Pacajes. Un árido y seco lugar donde los comunarios viven de la agricultura. Tiene 42 años, es casado y tiene dos hijos, una mujer y un varón.

“Allá vivimos de la siembra y de la cosecha, como hace frío no hay muchas cosas que se pueden cultivar como en otros lugares, pero alcanza para vivir”, dijo.

 
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