Bolivia y Argentina recuerdan a la Mariscal Juana Azurduy


La presidenta argentina, Cristina Fernández remitió un proyecto al Congreso de esa nación, para que la efigie de la mariscal y heroína de la Independencia, Juana Azurduy de Padilla sea impresa en los billetes de cien pesos.

En Bolivia, la Asamblea Legislativa declaró el 6 de agosto pasado, el ascenso póstumo de Azurduy de Padilla como Mariscal, máximo grado militar, “en testimonio de gratitud a la mayor guerrera de América”.

Juana Azurduy de Padilla, la mujer que encarnó el espíritu de la liberación nacional, nació un día como hoy, hace 232 años en el cantón Toroca de la capital de la República de Bolivia. Joven quedó huérfana, quedando al cuidado de las monjas del Convento de la Real Audiencia de Charcas.

A sus 22 años se casó con Manuel Ascencio Padilla con quien decidió combatir hombro a hombro siete años después en la guerra de la Independencia del 25 de mayo de 1809. “La Juana” como era llamada organizó la cuadrilla de los Leales que combatió por la liberación del Alto Perú. Un año después el libertador Manuel Belgrano la convocó para combatir en Tarabuco, La Laguna y Pomabamaba, donde se cuenta que le entregó su propia espada para blandir la batalla.

En plena batalla, la valerosa mujer aún con su embarazo, combatió en el cerro Carretas en 1814, logrando la victoria. Su heroica participación en la defensa del Villar terminó con la ocupación del Cerro de la Plata, situación que el gobierno de Buenos Aires reconoció en 1816 otorgándole el grado de teniente coronel de las milicias independentistas.

Ese año comenzó a usar uniforme militar, siendo un orgullo para las mujeres del continente. Sin embargo, la tragedia fue asomando a su vida con la muerte paulatina de sus cuatro hijos por paludismo. En la localidad de Viluma, fue herida y su esposo, al tratar de rescatarla recibió una descarga fulminante. Los realistas cortaron su cabeza y la expusieron hasta mayo de 1817, cuando la propia Juana logró recuperarla con el apoyo de grupos indígenas.

La heroína se dirigió a Salta para proseguir los combates junto al ejército de Martín Miguel de Güemes, hasta que en 1821 al verse sola entró en depresión y pidió volver a Chuquisaca. Sin bienes ni fortuna alguna, pasó dos décadas de calvario en la naciente Bolivia. A petición del Libertador Simón Bolívar, el mariscal Antonio José de Sucre le otorgó una pensión, pero luego el gobierno de José María Linares se la quitó cuando tenía 67 años.

Con el grado de coronel, pero sumida en la indigencia, la Juana de América, falleció el 25 de mayo de 1862, siendo enterrada en una fosa común.

 
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