Estamos con EL DIARIO

Siempre estamos con nuestro periódico: EL DIARIO; respaldamos a ANF, cuya dirección está a cargo del jesuita José Gramunt de Moragas, damos el apoyo incondicional a Página Siete, cuya juventud debe ser ponderada. Y este apoyo no sólo es solidario o moral, es militante; si se encarcela a los directores, propietarios, también que lo hagan con nosotros que somos carne, arterias, sangre y vida del Decano de la Prensa Nacional, pues la palabra escrita en columnas desde hace años no podemos negarla, menos borrarla por el miedo, por el terror psicológico, por el amedrentamiento mediante juicios inopinados que sólo desgastan al mismo Gobierno, creando un sentimiento de inseguridad y de proximidad de una dictadura.

Estas pequeñeces -que el Gobierno las magnifica- tienen un origen conocido por todos: las declaraciones del presidente Evo Morales Aima. S.E. no mide la magnitud de sus expresiones que contienen etimología, semántica, con sus respectivos verbos que son expresiones lingüísticas riquísimas del idioma castellano. Estas frases, palabras y declaraciones son recibidas y transcritas en los medios orales, escritos y televisivos y consideramos una demasía tener que culpar por expresiones propias a medios de difusión.

La verdad como todo es relativa, pero las declaraciones son registradas y esa es “su” verdad del que declara, en este caso del Presidente de Bolivia. La prensa cumple con su deber sagrado de informar lo que dice y se hace en el quehacer político nacional. Ni EL DIARIO, menos ANF, o Página Siete, hicieron lo contrario. El presidente dijo: “flojos”. ¿A quién o a quiénes se refirió? Dijo en contra de algunos flojos o ¿de todos? ¿De oriente u occidente? ¿Cambas o kollas? ¿Es discriminar publicar las declaraciones propias de don Evo Morales? Entonces se plantea un debate idiomático que los filólogos, los tribunales de imprenta deben solucionar, con ayuda de correctores de estilo, con la intervención de las academias de lengua y, en fin, sería un juicio ocioso, o como acaba de declarar el premio nacional de periodismo, Mariano Baptista Gumucio: “¡minucias!”.

Estas pantomimas de juicios, sin apoyo legal o valedero, sirven para distraer la atención sobre otras necesidades de primer orden: economía, salud, trabajo; la necesidad de ordenar el país y pacificarlo; acabar con las eternas marchas de las que son víctimas las principales ciudades. Dar una verdadera seguridad ciudadana, pues cada día vivimos a salto de mata, con la incertidumbre de si el ciudadano regresará a casa con vida, o le quitarán el precioso don por un celular.

Bolivia requiere seriedad, trabajo, no carnaval de juicios, no necesita feriados que nos hacen mendicantes y dependientes de la ayuda extranjera, marcando un colonialismo espiritual que tanto se dice combatirlo. Ningún país pervive en las sombras, sin libertades, menos un gobierno, sea cual fuere su naturaleza. El Gobierno está metiéndose en una trampa peligrosa porque se abre frentes de batalla sin motivo, de cuyos frutos puede ser víctima el mismo régimen. ¿Para qué más querellas?

Final: don Evo Morales Aima ahorraría para él, para Bolivia, muchas demasías simplemente callándose y dando el trabajo a la elocuentísima Ministra de Comunicación para que informe lo necesario. El resto, los juicios, exculparse de sus propias faltas son cobardías en un tiempo en el que nada se puede negar, por los medios tecnológicos de esta era espacial y si no nos ponemos al día, terminaremos con un trogloditismo perpetuo.

Terminamos: encarcelar la verdad, apresar a sus exponentes resulta necio, como necios son y fueron los dictadores.

Puerto Suárez - Santa Cruz.