Expedición al río Madera

PARTIDA DE LA EXPEDICIÓN

Por fin, el 7 de octubre de 1846 zarpó la expedición del puerto de San Martín; tomó rumbo con viento contrario, que es el dominante en todo el río.

En los primeros diez días de su no interrumpida navegación, José Agustín Palacios, notable explorador boliviano, hizo importantes observaciones meteorológicas, determinó la velocidad y caudal de las aguas, curso y anchura del Mamoré y demás afluentes; encontró la confluencia del Iténez o Guaporé, reconoció los ríos Yata Chico, Yata, Soteiro y Pacanota; atravesó y examinó las cachuelas de Guayaramerín, Guajarazú, Bananera, Palo Grande y Lages y arribó el 17 del mismo mes al lugar de reunión de los ríos Mamoré y Beni, mensuró ambas embocaduras y determinó sus posiciones.

Llegado a la cachuela del Madera, exploró el curso del río Beni, remontando su corriente hasta las 18 millas de distancia, donde descubrió una gran cachuela, a la misma que años después arribó el explorador norteamericano Edwin R. Heath, el 11 de octubre de 1880, poniéndole el nombre de Esperanza, con el que se la conoce hoy. De allí regresó Palacios por tierra hasta la cachuela Madera, y el 17 de octubre siguió la navegación del río de este nombre.

Comprobó en los días siguientes la existencia de las cachuelas Misericordia, Riberón, Periquitos y Ararás, cerca de la cual encontró la confluencia del río Abuná. Continuando la navegación en el Madera volvió a practicar interesantes estudios y levantar a su vez los planos de las rompientes Pedenera, Paredao, Tres hermanos, Girao, Calderón del Infierno, Morrinhos, Theotonio, Macacos y San Antonio. Atravesó todas estas cachuelas aprovechando los canales abiertos en las rocas por la impetuosidad de la corriente.

VIAJE DE REGRESO

El 30 de octubre llegó a la última de San Antonio, cerca de la cual estaba la línea divisoria que servía de confín a los territorios de Bolivia y Brasil y que por el tratado de 27 de marzo de 1867 fue retirada hacia el sur.

De San Antonio, Palacios retrocedió hacia el departamento del Beni, adquiriendo conocimientos más precisos del curso, caudal de agua, profundidad y demás condiciones del Madera y el Mamoré, ya levantando planos de todas las cahuelas, ya midiendo sus canalizaciones e investigando finalmente las riquezas de esas exuberantes regiones.

Terminada su misión, se restituyó a la capital Trinidad, de donde envió al Gobierno los informes y la relación circunstanciada de esta legendaria expedición, la única al Madera de origen boliviano.

Recién 22 años más tarde, en 1868, el Gobierno imperial del Brasil, deseoso de mejorar la vía de comunicación con la provincia de Matto Grosso y la República de Bolivia, comisionó a los hermanos José y Francisco Koeller para explorar en río Madera en la parte obstruida por las cachuelas, arribando los mismos a la embocadura del río Mamore, después de un viaje desde Manaos y continuando la navegación hasta el pueblo de Exaltación

El 30 de mayo de aquel año los hermanos Koeller emprendieron el viaje hacia el Madera y el Mamoré, llegando después de navegar 60 días con muchas dificultades a las cachuelas de San Antonio, Theotonio, Morrinhos, Girao, Pedernera, Ararás Riberón y Lajas, ya exploradas por la expedición Palacios y otras como Pablo Grande, Bananeiro, Guajurú-Guazu y por último Guajara-Mirin.

Al pasar por todas estas cachuelas, los hermanos Koeller basados en las investigaciones del ingeniero Palacios, practicaron observaciones astronómicas, hidrográficas e hipsométricas, midieron la altura de las caídas de agua, las distancias, etc. Y levantaron los planos respectivos.

Después de un recorrido de más de 300 leguas y empleando 103 días llegaron a la embocadura del Mamoré en la confluencia de este río con el Iténez o Guapore.

De esta manera, con las expediciones de Palacios, primero en 1846 y luego la de los hermanos Koeller, se sentaron las bases para la elaboración de los proyectos respectivos a fin de implantar en lo posible un tráfico normal y seguro en esa vía, cuya travesía significaba toda clase de peligros a la navegación fluvial en una ubérrima y hermosa región del territorio boliviano.

EL DIARIO, 7 de octubre de 1927.

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