[Luis S. Crespo]

El Día Histórico - 5 de noviembre de 1825

Expedición al territorio de Atacama


Cumpliendo instrucciones del Libertador Bolívar, el coronel Francisco Burdett O’Connor salió de Tupiza en viaje de exploración al litoral boliviano de Atacama, y después de recorrerlo en toda su extensión de sur a norte indicó el pueblo de Cobija como el más adecuado para la fundación de un puerto para Bolivia.

LAS INSTRUCCIONES QUE RECIBIÓ O’CONNOR

Hallándose en la villa de Tarija, el coronel Francisco Burdett O’Connor recibió del Mariscal de Ayacucho una comunicación oficial, en la que le decía: “S.E. el Libertador manda confiar a US. una comisión de suma importancia a este país y que verificada con suceso, dará a US. no sólo honras sino la gratitud de los habitantes.

Quiere S.E. dar un puerto a esta República a cualquier costa, y para ello, previene a US. marchen a la provincia de Atacama a hacer el más prolijo reconocimiento, y levantar un plano de sus costas, al mismo tiempo que formen US. los más explicables detalles que acompañarán a los planos y reconocimientos. Hay tres puertos de los que puede escoger el mejor: que son el que se llama de Atacama, el de Mejillones y el de Loa… Después de esta primera diligencia debe practicarse la de reconocer cual será el mejor camino de ruedas o de carro que pudiera abrirse desde el puerto a Potosí, calculando el costo que tendría este camino trabajado perfectamente.

El Libertador quiere a todo trance proporcionar la apertura de un puerto a esta República y de un excelente camino a esta capital, teniendo en todo las más grandes comodidades, y que para ello está resuelto a gastar cuanto fuera menester. En Atacama está una compañía de infantería al mando del capitán Casanova, que se pondrá a las órdenes de US., lo mismo que el gobernador del partido y todas las autoridades, etc.”.

O’CONNOR EMPRENDE LA EXPEDICIÓN

Pocos días después de recibida la comunicación el coronel O’Connor, con la presteza que imprimía a todos sus actos militares, salió de Tarija con dirección a Tupiza, llevando de ayudante al cadete Matildo Rojas, tarijeño y a un sirviente colombiano.

Después de prepararse para un viaje tan largo como era el que iba a emprender, por territorio completamente desierto y desprovisto de toda clase de recursos, el bravo militar salió de Tupiza y dirigiéndose por la quebrada de Calahoyo, que entonces se dirigía de la república argentina a la costa de Atacama, llegó a las minas de oro de Santa Rosa.

En este punto, tomó un baqueano, Fermín Torres, que hablaba castellano, y acompañado de él, continuo el viaje hasta el pueblo de Atacama, pasando por la cordillera, debajo del elevado cerro de Licamcahur.

En Atacama encontró la guarnición boliviana que había indicado el general Sucre. El capitán Casanova se puso a órdenes del jefe expedicionario y lo ayudó a buscar los recursos que necesitaba para pasar adelante.

Pocos días después, O’Connor siguió el viaje. Pasó por Calama, Chancanse y Coliupo, y al fin llegó a Cobija.

O’CONNOR HACE RECONOCIMIENTO DE LA COSTA

En Cobija no encontró más que a un hombre. Apellidaba este Maldonado y era oriundo de Cochabamba. Maldonado informó al coronel que todos los vecinos de aquel lugar habían muerto de viruelas, y que él era el único que se había salvado, junto con un hermano suyo.

Al día siguiente llegó a Cobija el bergantín de guerra “Chimborazo” con el jefe de la escuadra colombiana en el Pacífico a bordo, y que venía a ponerse a órdenes de O’Connor para practicar el reconocimiento de la costa y la elección del puerto.

Embarcado en el “Chimborazo” el jefe comisionado emprendió el reconocimiento. Recorrió todos los puertos y los estudió detenidamente.

Encontró que puerto de Loa no era más que una rada con el agua del río tan salada, que no se podía beber. Observó que el puerto de Mejillones era hermoso, pero que carecía de agua. El del Paposo tenía el río del mismo nombre que abundaba en pescado, pero vio que el tránsito por tierra hasta Atacama no tenía agua ni pasto ni recursos de ninguna clase.

Reconoció también el puerto de Mamiño, situado entre Cobija y Loa. Este puerto tenía el agua que brotaba de una peña de la costa, pero carecía de terreno necesario para la edificación de una ciudad.

Después de prolijos estudios, O’Connor encontró al fin que el puerto de Cobija tenía el mejor fondo para ancla y que era el más cómodo para las embarcaciones, aunque, también carecía de agua suficiente, pero que era susceptible de solucionar.

TERMINADA SU MISIÓN, EL EXPLORADOR FUE A POTOSÍ

Al llegar a la desembocadura del río Loa, O’Connor saltó a la costa, donde ya lo esperaban sus asistentes con los animales para continuar el viaje por tierra. El bergantín “Chimborazo” hizo rumbo al norte hasta Arica, donde tomó al Libertador Bolívar para conducirlo al Callao.

El jefe irlandés siguió a caballo por las orillas del río Loa y llegó a Quillagua. Encontró que este pueblo tenía una calle larga de naciente a poniente, y le informaron que esta calle era la línea divisoria entre el Alto y el Bajo Perú.

O’Connor reconoció también todas las inmediaciones del pueblo, y después de algunos días de permanecía en éste, emprendió el viaje de regreso al interior de la república, tomando la vía de Manin, Huatacondo, Chiuchiu, Poliapi, Viscachillas, San Cristóbal, Cebadillas y Potosí.

HABILITACION DEL PUERTO DE COBIJA

Presente ya ante el General Sucre, que tenía el mando supremo de la república, el jefe expedicionario le dio los informes precisos con respecto a los resultados de su misión; y Sucre, por diversas disposiciones administrativas, habilitó el puerto de Cobija para la introducción de mercadería de Bolivia.

Algunos años después, el ya general O’Connor escribió en las Memorias de su vida lo siguiente:

“Si yo hubiese podido penetrar en lo futuro, hubiese habilitado los dos puertos, el del Paposo y el de Atacama, el primero con almacenes para el desembarco de mercaderías y el segundo para puerto de partida hasta Potosí, disponiendo que los fardos y de más carga se transporten de un punto al otro en lanchas, arrimándolas a la costa sin peligro alguno. De de este modo se hubiera evitado las posteriores pretensiones infundadas de Chile, y su usurpación de la provincia más rica de Bolivia”.

EL DIARIO, 5 de noviembre de 1927.

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