Mal trato oficial a los jubilados

Los jubilados que adquirieron esta condición, a través de Senasir, están siendo subestimados por las autoridades gubernamentales. Han transcurrido dos meses del año y no se les reconoció aún el aumento que les corresponde anualmente en sus pensiones, para poder lidiar con la inflación.

El mal trato oficial a los jubilados se produjo ya, cuando se dispuso que los empleados activos, del sector público y privado, reciban doble aguinaldo en 2013. Aquéllos fueron excluidos sin consideraciones mayores. La medida, en cambio, les resultó contraproducente.

Los precios de los alimentos y de determinados servicios subieron, por el impacto económico que produjo el pago del doble aguinaldo. Con justificativos o sin ellos, fueron elevados los precios. Al presente, han bajado algunos, pero en general, el costo de vida tuvo una escalada, que nadie pudo o se interesó en detenerla.

Los jubilados, al no recibir el doble aguinaldo, han resultado ser, pues, las mayores víctimas de la inflación. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística) en el primer bimestre llegó casi al uno por ciento. Empero, todos saben que las mediciones que difunde este organismo no reflejan la realidad, pues las cifras del IPC (Índice de Precios al Consumidor) están digitadas conforme a las conveniencias políticas del oficialismo.

Esta situación la reconoció implícitamente el propio Director del INE, cuando anunció que el próximo año serán revisadas las bases en que se sustenta el IPC. Obviamente, no procede de esta manera en la gestión en curso, por las elecciones generales de octubre, pues quiere evitar un efecto contrario a las seguridades que tiene el presidente Morales de ganar su segunda e ilegal reelección.

Una vez más, es necesario recordar que en 2008 se alteró la composición del IPC, en perjuicio específico de la canasta familiar. Diez ítems de alimentos han sido eliminados. Es decir, que 49 que integraban el IPC, bajaron a 39. Para cubrir con una cortina de humo el daño que se infería a la canasta familiar, se optó por incluir en dicho cálculo a los equipos de la línea blanca y a otros que, en caso alguno, demandan un gasto diario.

No ha sido suficiente esa maniobra. Se amplió el estudio de la inflación a departamentos que anteriormente no estaban incluidos en él, porque en ellos no se producen las constantes alteraciones de precios que se registran en el eje central del país, constituido por La Paz, Santa Cruz y Cochabamba.

La Fundación Jubileo, en los estudios que efectúa sobre la inflación en los alimentos, estableció que en 2013 llegó al 10,44%, ubicando a Bolivia en el segundo país que en Sudamérica se colocó en este orden. En tanto, el INE sostuvo que, en general, ha sido de sólo el 5,8%. Acerca del primer bimestre del año en curso, Jubileo estima que fue del 0,91%, aunque en enero llegó al 1,4%.

Dicha organización, perteneciente a la Iglesia Católica, refirió que el año pasado la inflación en la región no alcanzó a los dos dígitos. El caso más positivo se dio en Colombia, que en su registro del IPC llegó apenas al 0,86%.

El Ministerio de Economía se encuentra ajeno a estas realidades, sólo así se explica que, en el caso de los jubilados, demore en el pago de los reajustes anuales de pensiones jubilatorias. El año pasado lo hizo en mayo.

Si bien a esa fecha se reconoce duodécimas de los meses anteriores, el problema para las personas de la tercera edad es que el impacto del alza en la canasta familiar empiezan a confrontarlo desde el primer mes del año.

En el Presupuesto fiscal que se aprueba para cada gestión, están previstos los egresos por tal concepto. Nada le cuesta al Ministerio de Economía y Finanzas proceder al pago del reajuste de las rentas jubilatorias desde enero, pues las “negociaciones” que realiza con la COB terminan, habitualmente, conforme a las previstas en aquel instrumento.

Las personas de la tercera edad, pese a estar jubiladas, siguen cubriendo parte o todo el gasto de la canasta familiar. Al margen, cabe anotar que viven con severas limitaciones para atender sus requerimientos personales; los hijos, en la medida en que pueden, los cooperan. Tampoco tienen la opción de disfrutar de alguna recreación, como ir al cine, a conciertos y a diversos espectáculos.