Una feminista olvidada

Olympe de Gouges

Rafael Plaza


Olympe de Gouges (1748-1793) es el pseudónimo de Marie Gouze, escritora, dramaturga y política francesa, autora de una “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía” (1791) que parafraseaba la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, publicada dos años antes como texto base de la Revolución Francesa. La emancipación femenina tiene su fundamento en la igualdad de derechos desde el principio de los tiempos, y es una vergüenza que tuviera que llegar la Revolución Francesa, ¡hace solo poco más de 2 siglos!, para que la sociedad tomara conciencia de algo tan obvio.

En aquella Declaración, Olympe de Gouges afirmaba que “la mujer nace libre y permanece igual al hombre en dere-chos”; que estos derechos son “la libertad, la propiedad, la seguridad y sobre todo la resistencia a la opresión”; que “ningún cuerpo, ningún individuo puede ejercer autoridad que no emane de ellos”; que “el ejercicio de los derechos naturales de la mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone, límites que deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón”; que “nadie puede ser obligado a hacer lo que las leyes de la naturaleza y de la razón permiten”… que “toda sociedad en la que la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene constitución; la constitución es nula si la mayoría de los individuos que componen la Nación no ha cooperado en su redacción”…

La "Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana", constituye un alegato brillante y radical en favor de las reivindicaciones de la mujer. Su autora defendía que la mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos y que la Ley debe ser la expresión de la voluntad general; que todas las Ciudadanas y los Ciudadanos deben contribuir, personalmente o por medio de sus representantes, a su formación. Defendió la igualdad entre el hombre y la mujer en todos los aspectos de la vida pública y privada, incluyendo la igualdad con el hombre en el derecho a voto, en el acce-so al trabajo público, a hablar en público de temas políticos, a acceder a la vida política, a poseer y controlar propiedades, a formar parte del ejército; incluso a la igualdad fiscal así como el derecho a la educación. Asimismo realizó planteamientos sobre la supresión del matrimonio y la instauración del divorcio, la idea de un contrato anual renovable firmado entre concubinos y militó por el reconocimiento paterno de los niños nacidos fuera de matrimonio. Reclamaba un trato igualitario hacia las mujeres en todos los ámbitos de la vida, tanto públicos como privados, llegando incluso a pedir la igualdad de poder en la familia y en la Iglesia… …

Parece, sin embargo, que Olympe de Gouges no creía que mujeres y hombres fueran iguales “del todo”. Al contrario que la mayoría de las teóricas de la igualdad, pensaba que había dos naturalezas dis-tintas para hombres y para mujeres, y que las mujeres… eran superiores. Sus planteamientos feministas no fueron compartidos por los varones que dirigían la Revolución, ni siquiera por los más radicales. Olympe de Gouges fue incluso acusada de traición a aquella Revolución por oponerse a la pena de muerte contra el rey Luis XVI. Esta olvidada feminista mantuvo también una intensa actividad a favor de la abolición de la esclavitud. En 1788 publicó el ensayo “Réflexions sur les hommes nègres” que le abrió las puertas del "Club des amis des noirs", del que fue miembro.

En vida, Olympe de Gouges tuvo que enfrentarse con la misoginia habitual de la época, y fue descreditada por la in-comprensión de sus ideas por parte de muchos de sus contemporáneos. Su obra cayó en el olvido, mientras el desconocimiento y mala interpretación de sus escritos contribuyó a convertirla en objeto de desprecio y burla a lo largo del siglo XIX, donde gran parte de la intelectuali-dad francesa rechazaba frontalmente la idea de que una mujer hubiera sido ideóloga revolucionaria. Se dijo de Olympe de Gouges que apenas sabía leer y escribir, se sospechó de la autoría de sus obras y se dudó de su capacidad intelec-tual hasta llegar a cuestionar sus faculta-des mentales.

Hubo que esperar hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, para que Olympe de Gouges saliera del terreno de la caricatura y la anécdota pseudo-histó-rica, y se convirtiera en una de las gran-des figuras humanistas de Francia al final del siglo XVIII. En la línea de Montes-quieu, defendió la separación de pode-res. Apoyó en un principio la monarquía constitucional, pero se adhirió rápida-mente a la causa republicana y se opuso a la condena a muerte de Luis XVI en 1793. Tomó partido por los Girondinos y advirtió sobre los riesgos de dictadura, criticando duramente la política de Ro-bespierre y Marat. Denunció también la creación del Comité de Salvación Públi-ca. Su defensa de los Girondinos, des-pués de que éstos fueran eliminados de la escena política en junio de 1793, le valió ser detenida en agosto de aquel mismo año bajo la acusación de ser la autora de un cartel a favor de éstos. En-ferma por culpa de una herida que se había infectado, fue transferida a una enfermería carcelaria.

Olympe de Gouges reclamó sin des-canso que se la juzgara para poder de-fenderse de las acusaciones que pesa-ban sobre ella, y evitar así el expeditivo tribunal revolucionario. Con este fin, com-puso dos carteles que logró sacar de su lugar de reclusión y que tuvieron una amplia difusión, “Olympe de Gouges en el Tribunal revolucionario” y “Una patriota perseguida”. Fueron sus últimos textos. El 2 de noviembre de 1793, 48 horas des-pués de que fueran ejecutados sus ami-gos girondinos, Olympe fue llevada ante el tribunal revolucionario sin poder dispo-ner de abogado. Se defendió con valor e inteligencia en un juicio sumario que la condenó a muerte por haber defendido un estado federado, de acuerdo con los principios girondinos. Fue guillotinada al día siguiente, entre los vítores de unas mujeres trabajadoras francesas a las que Gouges siempre había tratado como invi-sibles en sus escritos, el 3 de noviembre de 1793.

La historia del movimiento feminista y la lucha por los derechos de la mujer re-sulta más candente en un momento en el que en el Gobierno de España “pretenden arrebatar”, en palabras de las mujeres que encabezan este movimiento, sus derechos sexuales y reproductivos, sobre los que “hemos tenido un serio revés”, o sea, “el despropósito” que representa la reforma de la Ley del Aborto, elaborada en el Minis-terio que dirige Alberto Ruiz-Gallardón.

Rafael Plaza es periodista, escritor, viaje-ro.

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