Bernardo Monteagudo nació en la ciudad de Chuquisaca el 20 de agosto de 1785, hijo de don Miguel de Monteagudo y doña Catalina Cáceres. Estudiante en la Universidad de San Francisco Xavier, egresó como doctor en leyes; muy joven intervino en la Revolución del 25 de Mayo de 1809, colaborando con los hermanos Zudáñez, los Osua, Vásquez, Ballesteros, Lemoine y otros; perseguido por los realistas, se refugió en la República Argentina,
Hombre de una inteligencia superior, fue inmediatamente acogido por el doctor Mariano Moreno, escribiendo en el periódico “La Gaceta”, siempre a favor de la Independencia americana. En 1813 ingresó como diputado a la Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas.
Sindicado como opositor al Gobierno del Gral. Alvear, fue deportado, viviendo en Río de Janeiro y Europa. A su vuelta a Sudamérica, se unió al Gral. San Martín, cruzando los Andes. Fue secretario de San Martín, siendo nombrado posteriormente Auditor de Guerra.
Liberado Chile, ya en el Perú, en Lima San Martín lo nombró Ministro de Guerra y Marina, de Gobierno, y finalmente de Relaciones Exteriores, casi siempre a cargo del Gobierno, por lo que tuvo enfrentamientos con Torre Tagle, y Riva Agüero, políticos peruanos en pos de la presidencia del Perú.
Su severidad en el manejo del Gobierno le trajo consigo mucha impopularidad, y quienes no podían atacar al Protector San Martín, lo hacían en la persona del Ministro Monteagudo. Se añadió a esto la envidia por la distinción del doctor Monteagudo, siempre elegante, con más su éxito ante las damas peruanas y por su franqueza y decisión.
En esa época tenía aproximadamente 32 años, de porte arrogante de ascendencia española; era moreno de estatura regular, cabellos negros y crespos, la nariz perfecta, y la boca sinuosa de gruesos labios.
Monteagudo era siempre afecto al uso de joyas, siempre lucía un prendedor de topacio con diamantes en la corbata, un reloj de oro con cadena de varias onzas de oro. Muy apuesto, gozaba de los favores del sexo opuesto, naturalmente este afán le trajo muchos enemigos, fuera de los políticos.
Ante el alejamiento de San Martín se produjo la caída de Monteagudo y obviamente se dispuso su salida del Perú el 29 de julio de 1822. El día 30 el Dr. Monteagudo se embarcó en la goleta de guerra La Limeña, rumbo a Panamá, a donde proscrito y desterrado llegó el 22 de agosto de 1822.
Recibido por el Gobernador, el Gral. José María Carreño, comunicando esto al Gobierno de Colombia y al General Simón Bolívar, el doctor Monteagudo recibió un trato preferencial.
Allí hizo mucha amistad con el Cnel. Burdett O’Connor, quien se encontraba casualmente en Panamá, almorzaban juntos, y su tertulia era muy interesante, intercambiando regalos, libros, comentando sobre la independencia del Alto Perú.
Pasada la batalla de Junín en 1824, Bolívar autorizó la vuelta del patriota Monteagudo, quien en su periódico “Mártir o Libre” escribía a favor de la libertad y gobierno propio.
En Chile escribía en el “Censor de la Revolución”, en Buenos Aires en la Gaceta de Buenos Aires.
En el Perú, el Gral. Bolívar lo nombró representante con rango de embajador al Congreso Americano de Panamá; sin embargo los innumerables enemigos y la envidia de siempre, terminaron con su vida en una de las calles de la ciudad de Lima, con un golpe de puñal asesino el 20 de enero de l825, pocos meses antes de la creación de Bolivia, por cuya independencia empezó a luchar denodadamente.
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