En algún lugar…
Laura M. López-Murillo
Las estadísticas publicadas por la Organización Mundial de la Salud en el Día Mundial Sin Tabaco son realmente impactantes: por esta epidemia mueren casi 6 millones de fumadores y 600.000 de no fumadores al año; el consumo de tabaco es la principal causa prevenible de defunción en el mundo. En el combate al tabaquismo, la OMS propone que los gobiernos aumenten los impuestos sobre el tabaco hasta niveles que reduzcan su consumo en franca oposición al criterio de los consorcios tabacaleros.
Y en esta confrontación de intereses hay un episodio inédito: en 2009 y cumpliendo con la ley uruguaya, las advertencias sanitarias sobre las consecuencias de fumar aparecieron en el 80% de las cajetillas y se eliminaron las presentaciones de cigarros “light”, “mentolado” y “gold” de tal forma que cada marca sólo ofrece una presentación de su producto. En el 2010 el consorcio Philip Morris presentó una demanda contra el estado uruguayo reclamando 25 millones de dólares por concepto de reparación de daños por las pérdidas comerciales. Y en respuesta, el senador Luis Gallo del Frente Amplio declaró que “no puede haber ningún tribunal que, en el sentido de priorizar derechos, no priorice el derecho a la vida y la salud, sobre el derecho al comercio, la industria y el trabajo”.
El Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), dependiente del Banco Mundial, se declaró competente para decidir: Philip Morris presentó sus argumentos en marzo de este año y el estado del Uruguay lo hará en septiembre. La resolución, que podría tardar varios años, sentará un precedente internacional.
Si la resolución fuera favorable al Uruguay, sería una victoria del criterio humanista sobre la anti-ética del lucro, específicamente sobre los mensajes publicitarios que encubren los perjuicios de un producto detrás de un estereotipo o una frase inocua. La publicidad derribó el tabú de las mujeres fumadoras y creó la imagen glamorosa de la mujer fatal; popularizó al vaquero Marlboro fumando cigarrillos con filtro y eliminó los daños posibles de un vicio con frases alusivas a la placentera sensación de fumar.
También, sentaría el precedente en la defensa de la ciudadanía contra los vicios tolerados por los gobiernos afines con los consorcios comerciales. La ludopatía y las compras compulsivas también son adicciones que afligen a quienes sucumben ante el encanto perverso de la publicidad; hasta el momento no hay estadísticas ni ponderaciones que reflejen el porcentaje de ganancias que proviene del quebranto económico de los adictos, pero sus estragos tienden a generalizarse por los efectos mediáticos que transforman a un vicio feo en una bonita costumbre y a un capricho en una imperiosa necesidad
La salud y la integridad no deben ser sacrificadas por los mandatos de un mercado sin escrúpulos. Es imperativo condenar la divulgación perniciosa de estereotipos en beneficio de las grandes corporaciones, denunciar el aprovechamiento ilícito de las carencias y los vacíos para controlar los impulsos de una audiencia cautiva y detener el constante asedio de las imágenes fabricadas por el afán de lucro…
La autora es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.
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