Las drogas del mundial

El Mundial de fútbol moviliza a millones de personas ante el acontecimiento deportivo más popular del planeta que pone a prueba a todos los proveedores de bienes y servicios que se van a consumir en frenesí en tres semanas.

Del mismo modo que las cervecerías han hecho acopio del producto para poderlo ofrecer en los pocos días de fiesta, los responsables de la oferta de drogas se dedicaron a asegurar que sus clientes no tengan ninguna queja.

La Budweisser, como sponsor principal de la FIFA, ha promovido que se permita el consumo de cerveza en los mundiales.

Del mismo modo, los señores de la droga, y sus peones, se han ocupado de que la fiesta mayor cuente con la cocaína necesaria. Bolivia, tradicional proveedor de cocaína para Brasil, no ha podido dar abasto con sus cocales ante la ansiosa demanda de los acopiadores.

Un equipo de Discovery Channel fue testigo de la intensa actividad que se daba desde mayo pasado en la frontera boliviano-peruana, donde los proveedores de pasta base de la zona peruana del VRAEM llevaban hasta Pando su producto semielaborado, de paso a Brasil.

Fue por los días en que las avionetas que hacen la entrega más rápida desde Perú hasta la frontera boliviana con Brasil, a la altura de San Matías, debían cumplir horas extras para poder llevar la mercadería.

Coincidió con el anuncio presidencial de que se instalará una ensambladora de avionetas en Oruro, seguramente sin saber que en ese momento las avionetas Cessna se cotizaban en Santa Cruz en casi el doble de su precio.

Todas las pistas clandestinas del territorio beniano y cruceño fueron requeridas para permitir operaciones de bandadas de avionetas que surcaban el cielo boliviano en todas direcciones. Fue frenético. Era una industria mayor decidida a atender la demanda.

Es la industria clandestina de las drogas que a partir de octubre será incorporada en las cuentas nacionales de algunos países europeos para efectos de engordar el PIB y así tener un margen mayor para el endeudamiento externo ante los exigentes controles de la UE.

En estas latitudes no se habla de poner las drogas en el PIB, aunque hay frente a ellas una actitud permisiva, que responde a la penetración que han hecho en las esferas políticas.

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