[Raúl Pino-Ichazo]

Acerca de “Para una filosofía de la insubordinación”


La acción voluntaria de elaborar una recensión sobre un libro tan meticulosa y sabiamente estructurado que nos direcciona el epígrafe, tiende a exacerbar la lectura y la misma decanta en el asentimiento sobre que en nuestro país existen filósofos y pensadores, amantes de la evolución y la interpretación filosófica elevada, con su irrefrenable dinamismo y que faculta a los lectores a parangonarse con sociedades forjadas en la lucha por las ideas, las razones y a la adecuación del pensamiento a los movimientos de raigambre tecnológico que influyen en lo sociológico y sobrepujan su transformación.

Leyendo “Para una filosofía de la insubordinación” de Pedro Susz, hombre entregado a las virtudes cardinales y morales y, por su trascendental obra se deduce que su conocimiento de la filosofía posee un amplio sustrato y su personalidad esta acrisolada por el estudio razonado y progresivo de la ciencia filosófica que ha originado, desde la polis griegas, el nacimiento de las otras ciencias, que avalan la seriedad de sus criterios y postulados que los ofrece al lector con una cautivante máxima latina que ayuda eficazmente a un investigador filosófico de la talla de Pedro Susz; Veritas est in puteo, la verdad está en la profundidad.

Por esa razón incontrovertible el autor conoce los dolores y las esperanzas de nuestro tiempo que se originan en causas materiales, los factores económicos y técnicos, en este caso específico la comunicación, que hoy desempeña un rol fundamental y esencial en el desarrollo de la historia humana. Empero, como el autor vislumbra la profundidad del concepto filosófico logra con su obra descifrar lo inextricable del laberinto mediático; porque para estructurar la dimensión de “Para una filosofía de la insubordinación”, debe pensarse con libertad y, para actuar en ese ámbito ideal y creativo el autor nos guía al principio de inmediación filosófica en las diferentes etapas del pensamiento y su necesaria explicación que la elabora bajo el correcto método de la reducción, por el cual, el lector pasa vertiginosamente y sin dificultad de lo desconocido a lo conocido; virtud y destreza propias de Susz que no se encuentran usualmente en otras obras. El trabajo de Susz transforma el pensamiento del lector y le interroga sobre sus fortalezas y debilidades atinentes al tema mediático, mérito incuestionable del autor y tarea posterior para el lector que recibe un torrente de beneficio intelectual.

En este estadio de la obra, aunque sea tangencialmente, la exposición de la posición de Levinas y la importancia cardinal del Otro; es decir, el prójimo, que es fundamental como único reflejo y juez de nuestros actos cotidianos, es excepcional. Así mismo sus digresiones filosóficas sobre la imagen, el imaginario y la imaginación tratando el tema mediático, que lo clasifica, como vimos, con casi agobiante cuidado y orden, de hecho necesarios para una obra de magnitud y desafío a su autor en su propio conocimiento y talento; por ello es que la entrega de Susz repercute favorablemente no sólo en Bolivia sino en toda Latinoamérica y Europa, pues sus conceptos, postulados y conclusiones con fundamento son ecuménicas.

Hábilmente nos aproxima al laberinto mediático, del cual deducimos, por resolución propia, su utilidad y peligrosidad y a ese laberinto digital nos faculta la obra a enfrentarlo con insubordinación, que no es una concepción ilícita de enfrentamiento sino un cuestionamiento con conocimientos para asimilar lo bueno y resistir lo pernicioso.

El capítulo “La Televisión: ventana hacia la nada”, es logradísimo, pues el lector comulga, sin ser inducido a ello, con la realidad que la televisión es alienante y provoca el dialogo entre padres e hijos sobre su influencia y se obtiene como resultado dentro de su existente alienación que la televisión con una retahíla de pecados graves, como líder del sistema mediático, ha logrado que más gente que nunca en la historia de la humanidad se aproxime a todas las expresiones artísticas. Entonces, la televisión en este aspecto deja de ser distracción alienante sino aporta al codiciado bien cultural.

Inequívocamente “Para una filosofía de la insubordinación” es un muy buen libro que no debe omitirse de leer y que ya ocupa un lugar preferente en toda buena biblioteca.

El autor es Presidente de la Sociedad de Escritores de Bolivia.

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