Integración pacífica

La integración andina tenía como objetivo desarrollar las potencialidades económicas de seis naciones, para alcanzar nuevos horizontes que, por las escasas poblaciones y obstáculos estructurales, eran individualmente inalcanzables. Lamentablemente, los caudillos de siempre inviabilizaron este sueño, haciendo de este intento de integración una utopía inalcanzable.

El famoso ALBA nunca logró tener consistencia ni viabilidad práctica y el Mercosur, que debía servir para que Argentina y Brasil ingresen al mercado global, tan sólo ha logrado aislarlos e inviabilizar sus posibilidades de mayor expansión económica. El factor común es un ímpetu de privilegiar el juego político por encima de la complementariedad económica, para dejar al aire el proyecto integracionista.

En este escenario, surgió la Alianza del Pacífico, que sin tanto alboroto institucional, ya desgravó sus trabas arancelarias y se está preparando para actuar en el gran escenario comercial, como es la cuenca del Pacífico, donde está la mayor parte del Producto Interno del planeta.

Para entrar en esa liga se debe jugar con la “camiseta” de la productividad y competitividad. Aquellos que pretendan participar deben actuar con institucionalidad, especialmente jurídica y transparencia. De lo contrario, los actores económicos y sociales no asumirán riesgo alguno y optarán por la informalidad, bajo la sombra del Estado y el rentismo.

En esta coyuntura, surgió la presencia de Chile, que según Michelle Bachelet es “un país que quiere ser puente en muchas áreas, que coopera, que cree en el diálogo, más allá de que a veces hay circunstancias que exigen ir por otras vías”. Para precisar, acotó que no se refería con ello a la vía del conflicto. Es así que Argentina y en especial Brasil, estarían muy interesados en atravesar Andes y Amazonas para llegar a puertos chilenos.

Chile es miembro asociado al Mercosur, del cual son socios Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela, e integra la Alianza del Pacífico junto con Colombia, Perú y México. En ese sentido, el vicecanciller Edgardo Riveros aseguró que Chile está dispuesto a funcionar como un “puente” entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico, para que América Latina pueda tener mayor presencia en la comunidad internacional.

En la reunión de ministros de comercio exterior de países de la Alianza del Pacífico en mayo del 2014, la ministra peruana Magali Silva aseguró que la alianza está abierta a la entrada de nuevos países y dijo que se invitaría a Brasil y Argentina. Uno de los requisitos es “tener un acuerdo de libre comercio firmado con todos los países que forman parte de la alianza”. El mismo presidente de México, Enrique Peña Nieto, manifestó recientemente que la alianza estaba abierta a otros países siempre que ellos promuevan el libre comercio.

Cada 23 de marzo, los bolivianos añoramos recuperar nuestra salida soberana al océano Pacífico. Los 365 días del año, cientos de miles de familias añoran mejorar sus condiciones de vida, con un empleo digno y condiciones para producir, invertir, crecer en sus labores, sean en el campo o la ciudad. No obstante, en vez de crear condiciones para lograr una reivindicación económica en los bolsillos de los bolivianos, una reivindicación en las urnas parece ser suficiente. El Pacífico se ha convertido en botín político, en vez de estrategia de desarrollo nacional e inserción externa dinámica y sostenible.

Si Bolivia pretende crecer y sacar a su pueblo de la miseria, tiene que plantearse una política de acercamiento con Chile, a fin de no seguir perdiendo oportunidades de ingresar a los grandes mercados. De lo contrario, Bolivia se quedará aislada, más allá de la retórica política que siempre es dinámica y cambiante a la vez. Las reglas del juego están dadas, ahora depende de nosotros si queremos jugar en ligas del Pacífico.

El Ing. Com. Flavio Machicado Saravia es Miembro de Número de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.