Dinamita para el mañana

Para presumir de ser un caballero ilustrado ante la cholita cochabambina que me colabora en mis afanes periodísticos, le dije inflando mi pecho: “si quieres la paz prepárate para la guerra”, frase grandilocuente que la dejó boquiabierta, aunque no por mucho tiempo, porque cuando me preguntó quién era el autor de ese precepto tan sabio, tuve que admitir avergonzado que lo había olvidado.

La cholita valluna quiso ayudarme a superar mi desliz, diciéndome que la frase pudo haber sido pronunciada por uno de los grandes hombres con quienes alterna en el Palacio Real de la plaza Murillo, como ser Evo Morales, el licenciado Álvaro, alguno de sus eminentes ministros, entre los que sobresale Juan Ramón Quintana, o tal vez alguna de las estrellas del Poder Legislativo, como Luis Alberto Gonzales; de todas maneras -me dijo Macacha- estoy segura que esa frase genial de “si quieres la paz prepárate para la guerra” ha nacido en la casa propia de Evo.

Mi cholita subalterna en materia periodística y superior en talento me dedicó unos instantes y me dijo entusiasmada: “¡¡¡Eureka, Eureka!!! Acabo de dar con el clavo y con la clave de que nuestros egregios gobernantes van en pos de la paz porque se están preparando para la guerra y la mayor prueba es autorizar el uso de dinamita, que hasta ayer estuvo prohibido”.

Al escuchar la conclusión de la cholita no pude menos que estremecerme, no por temor a ese noble producto que utilizan nuestros mineros, sino por recordar súbitamente que una buena cantidad de cachorros de dinamita permanece escondido bajo mi lecho conyugal.

La descendiente de las Heroínas de la Coronilla tembló al conocer ese mi secreto militar que nunca le había revelado y se horrorizó al pensar en que su jefe en materias periodísticas dormía y duerme sobre unos cachorros de dinamita.

Tranquilicé a la cholita cochabambina nacida en Quillacollo y le pedí volver a la fase primigenia de esta crónica “si quieres vivir en paz prepárate para la guerra”.

Macacha y yo seguiremos escribiendo diciendo nuestra verdad. Al atardecer, Macacha se marchará a su casa, no sin antes acariciar a mis cachorros de dinamita que seguiré cuidando bajo mi lecho como si estuviera en guerra, ella al día siguiente saludará a mis cachorros y luego saldrá a entrevistar a quienes fabrican nuestros días de paz y nuestros temores de guerra.