Extrema pobreza versus planta nuclear

La bonanza económica del país de este último decenio es el resultado de la cotización internacional de precios altos para el petróleo, minerales y otros, vale decir que no proviene de la actividad productiva del actual Gobierno.

La mencionada bonanza económica no ha tenido efecto favorable en la solución de las apremiantes necesidades de las mayorías empobrecidas del país y es notoria esta falencia, porque los pobres continúan actualmente sufriendo los rigores de hambre, miseria y extrema pobreza, no hay fuentes de trabajo, la juventud emigra en busca de mejores condiciones de vida, no hay infraestructura hospitalaria, ni centros de salud ni equipos quirúrgicos para cirugías de riesgo, los enfermos mueren por falta de auxilio médico, no hay escuelas en áreas urbanas y rurales que respondan a las necesidades de la población creciente, no hay soberanía alimentaria; se importa alimentos, frutas y otros para cubrir la canasta familiar, los indígenas y campesinos hoy como ayer continúan viviendo hacinados, abandonados a su suerte y traicionados por sus congéneres dirigentes que viven como hongos envanecidos disfrutando los dineros del gigantesco latrocinio del Fondo Indígena de 3.197.482.681 bolivianos (equivalente a más de 460 millones de dólares) (ED 12-6-2015), actualmente en la nebulosa, sin rendición de cuentas, aunque es dinero del pueblo boliviano que se debe recuperar por imperio de la ley.

PLANTA NUCLEAR

Gracias a la prensa nacional, la ciudadanía está informada de que el Gobierno ha decidido instalar en La Paz el primer reactor nuclear con una inversión de 2 mil millones de dólares (ED 30-12-2014) sin contar otros gastos millonarios que demandará su instalación, como gastos de mantenimiento, contratación de personal técnico especializado, materia prima, uranio, etc.

VERSIONES DE ANALISTAS Y EXPERTOS

Citamos brevemente algunas versiones de expertos y analistas afines al tema:

1) Oscar Morales manifestaba que “el Gobierno hasta hoy solamente identificó la presencia de uranio en el país, pero no hay información sobre la cantidad de reservas del mineral radiactivo, según estudios previos tiene una ley baja, no es comercial ni potencialmente explotable, construir la planta sin tener materia prima sería un error enorme, habría que importar combustible que no es fácil conseguir” (11-1-2015).

2) Con la experiencia de Chernóbil y Fukushima las naciones ricas y desarrolladas están convencidas de que ninguna planta nuclear justifica su instalación.

Rusia y Japón no saben qué hacer con las plantas nucleares y las mantienen cerradas o clausuradas, (ED 21-11-2014).

3) Ningún país hasta ahora ha logrado garantizar seguridad en el destino final de los residuos y combustibles radiactivos.

4) A 30 años de la tragedia nuclear de Chernóbil (26-4-1986) la radioactividad produjo muertes, malformaciones, enfermedades crónicas en la región afectada, y no desaparecerán en muchos años, etc. (ED 26-4-2016).

5) El abogado Carlos Alarcón en una parte de su información manifestaba que el acuerdo bilateral formado entre los gobiernos de Bolivia y Rusia sobre el diseño, construcción y operación del futuro Centro de Investigación y Desarrollo en tecnología nuclear “está herido de muerte”, por no haber pasado por el control constitucional; el proyecto tiene vicios de nulidad. En otro acápite dice: “aunque fue presentado como un centro de investigación, el tratado entre Rusia y Bolivia también habla de la producción de energía nuclear en el país”, etc. (ED 19-4-2016).

6) Expertos en materia nuclear advierten potenciales accidentes radiactivos de dimensiones catastróficas, por eso el territorio paceño no debe ser objeto de experiencias de riesgo ni poner en peligro la vida de sus habitantes ni de la Madre Tierra.

Las instituciones ambientalistas del país, comunidades indígenas y campesinas, instituciones cívicas, juntas vecinales, profesionales, etc. son las que deben pronunciarse sobre este delicado problema.

Al concluir, el gobierno populista debe dar un viraje en su decisión porque la ciudadanía no quiere la instalación de una planta nuclear, en su lugar prefiere que la inversión millonaria sea destinada, por ejemplo, a salud, educación, y otras necesidades imprescindibles de la población.