Un hospital y un museo

Juan Bautista del C. Pabón Montiel

UN HOSPITAL

En Puerto Suárez, a 1.600 Km. de la sede gubernamental, en el año 1975 damas voluntarias trabajaron con lo que tenían de imaginación e iniciativa, en un hospital cerca de la Bahía. Ese centro de salud atendía regularmente, hasta que un médico jefe de “Dilos” lo hizo cerrar, porque no reunía las condiciones de seguridad, según el caballero. Entonces, nos obligaron a ir, incluidos los viejos, al hospital que administraban los cubanos enviados a Bolivia. Había una atención buena, eficiente de la brigada cubana, independientemente de la ideología.

Se llega a pie en 25 minutos, a 30 o 36 g.c. a la sombra. A la vuelta, si por misericordia un propietario o taxi nos recoge haciendo “carona” (1) llegamos bien al pueblo. Pero con las manos vacías, pues no hay: metformina 850 Mg. (7 de febrero de 2017) para los diabéticos, no hay aspirinetas; en diciembre y enero no había ni jeringa que cuesta un peso en las farmacias. Son 13 camas para una población aproximada de 17 a 25 mil almas, con dos o tres especialidades; no existen oncología, otorrinolaringología, endocrinología, neurocirugía. En traumatología atiende un distinguido médico jubilado, es todo un sueño.

Los gravemente accidentados tienen que pedir ayuda a Corumbá, como en el caso que citamos (2). El viaje en ambulancia a la capital cuesta mil bolivianos. La atención en clínicas privada es un lujo, teniéndose que recurrir a la ayuda generosa de las colectas públicas, para pagar 20, 30 o cuarenta mil bolivianos que cobran los privados. Radio “Frontera” y Radio “Cultura” tuvieron que recaudar fondos para pagar los gastos, tanto de los que se quedan como de los enviados a Santa Cruz. No hay atención para los veteranos en la Caja Petrolera, de la capital, porque no pagó el municipio una deuda de 2 millones 600 mil bolivianos. La trampa pervive y no hay autoridad responsable capaz de intentar pagar, lavando el honor de un municipio.

Los médicos, enfermeras y paramédicos con buena voluntad y piedad hacen lo que pueden, sin embargo la voluntad no detiene una diabetes, un asma que con el clima ahoga y mata con un paro cardíaco. Hay al lado del Hospital “San Juan de Dios” un edificio vacío, sin una silla. Según los entendidos para equipar el nosocomio se requiere más de 14 millones de bolivianos.

Todo un drama, con actores que mueren, terminando en tragedia la comedia del “¡Buen Vivir!”.

UN MUSEO

Allá en la Orinoca natal de don Evo Morales Aima surge un museo con un costo de 50 millones de bolivianos. Una ofensa a los pueblos de la frontera; una vergüenza e injuria a viejos, niños, mamás, pacientes que encuentran la muerte en cualquier momento. Que el museo para don Evo se lo haga con dinero privado o del bolsillo de algún filántropo admirador de la obra del Presidente del Estado Plurinacional, nos parece bien. No es normal utilizar los fondos públicos para una obra inútil, como el barro: ¡inútil! La megalomanía no tiene pudor y no se sonroja ante la discrecionalidad en el manejo del dinero del santo pueblo.

Final: ¿No podrán enviarnos una limosna para equipar el nuevo Hospital “San Juan De Dios”? ¡No es mucho: 14 millones, en comparación a 50 millones de bolivianos!

Referencias:

(1) “Carona”, modismo oriental, significa nos recogen gratis, haciéndonos llegar al pueblo.

(2) Don Jaime Rojas Riojas, director de Radio Frontera, víctima de un grave accidente de tránsito, tuvo que peregrinar a Corumbá y con el retorno consabido por los costos. De la misma manera, su señora madre, doña María Rojas, falleció en Santa Cruz, en otra peregrinación macabra para salvar su vida. Don Luis Aguilar, gravemente afectado por una enfermedad, tuvo que ser trasladado a Santa Cruz. Los radialistas de las emisoras “Cultura” y “Frontera” hicieron malabarismos para pagar una suma astronómica por los costos privados.

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