La huella que deja Lino Alonso



Sergio Apaza Vera, Entrenador de Fútbol

Permanentemente los jugadores de fútbol se preguntan ¿cuántos entrenadores he tenido hasta ahora? ¿a cuál recuerdo con más aprecio? Seguramente responderán que al que más le enseñó y al que más atención le concedió. ¿Cierto?

En el fútbol hay personas que dejan su huella en la vida de otras. Y lo hacen con una poderosa herramienta: brindan toda su atención, toda, a aquellos con quienes interactúan en cada momento. Son capaces de aislar distracciones para concentrarse al máximo en escuchar, atender, mirar a los ojos y conversar a fondo con quienes tienen al frente y les hacen sentir importantes, porque lo son. Confucio, dijo que personas así “no piensan ser tan grandes, con lo que evitan que los demás se sientan pequeños.”

¡Humildad para escuchar! En mi larga andadura por el fútbol, aprendí que los jugadores aprecian más al que demuestra conocerlos, los reta a mejorar, les enseña el camino para ganar, y les exige superarse, pues cree en ellos.

¿Qué hijo no se siente bien al ser escuchado, al acaparar toda la atención de sus padres? “Si yo sé que tú me entiendes, yo te escucho,” parecen decir todos. Quién nos atiende nos hace sentir respetados, y nos compromete con las palabras que le decimos. Pueden ser, a veces, duros en sus críticas, pero si cambiamos actitudes al escucharles, es porque les damos la razón.

Los que dejan huella no necesitan amedrentar, ser aduladores ni melosos, sino directos y honestos al decir lo que el jugador debe escuchar, al margen de lo que desearía oír. Han dado tanta atención a la formación del jugador, que es imposible ignorarlos y por eso son certeros en sus opiniones. No requieren de largos discursos, bastan unas cuantas palabras.

Marcan a la persona para siempre, los que, ante el éxito, dan un paso atrás y dejan el protagonismo principal a los jugadores. Así la huella no consiste en hablar sino en escuchar, en dedicar total atención a quienes se quiere ayudar a mejorar y darles el mérito cuando lo logran. De eso depende dejar un legado, de enseñarles lecciones que jamás perecerán. ¿Acaso no conocemos que detrás de un excelente jugador siempre hay un gran maestro que busca atender antes que ser atendido? Eso era LINO ALONSO para sus dirigidos.

Conocí a Lino hace aproximadamente 25 años, en un curso Internacional para entrenadores de fútbol, el asistió en representación de Venezuela (era nacido en España) interactuamos y hubo química desde el primer trabajo que nos designaron a realizar. Después estábamos en permanente contacto, principalmente cuando venía a Santa Cruz, al Mundialito que anualmente organiza la Academia Tahuichi Aguilera. El venía al mando de un equipo con jugadores que actualmente, en su gran mayoría, juegan en la Selección absoluta de Venezuela. Basta esta referencia para saber de la grandeza de Lino Alonso.

 
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