Trascendencia de la Revolución de 1952

Modernos revolucionarios formados en la comodidad de la Democracia y líderes del infantilismo de izquierda o forjadores de una nueva derecho en el gobierno, tienen la pretensión de adjudicarse ante la opinión pública que ellos son los libertadores de la clase obrero-campesina y los artífices de la igualdad de género y la integración de la mujer boliviana a todos los derechos constitucionales.

Por lo tanto, es válido y oportuno aclarar que fue en las jornadas de lucha del pueblo el 9 de abril de 1952 cuando se revirtió el pongueaje y el mitanaje con los derechos, democráticos y constitucionales. También hubo la transformación de una educación de castas por una educación de masas y, finalmente, contar con empresarios progresistas.

Esa revolución no fue producto de discursos demagógicos ni puros planteamientos teóricos, ya que contó con cientos de muertos y heridos frente a fuerzas militares de ese entonces, las que eran dominadas por las oligarquías y la “gran minería” formada por Hoschild, Patiño y Aramayo y que también tenían la capacidad de nombrar ministros y voltear gabinetes de Estado.

La “Alianza de Clases” fue establecida por imperio de una izquierda democrática, que consistió en la vigencia de derechos y obligaciones entre la clase media, la clase obrero-campesina y contar con el concurso de empresarios progresistas con clara mentalidad social para alcanzar una Bolivia socialmente justa, políticamente soberana y económicamente fuerte y próspera.

A esta altura, corresponde también poner de relieve los hechos dolorosos de las jornadas de lucha que antecedieron a la Revolución.

En la tarde del 9 de abril, el Gral. Tórrez Ortiz, después de tomar la ciudad de La Paz y ya establecido en la ciudad de El Alto, emitió por una emisora bajo su mando, el siguiente ultimátum al pueblo paceño: “Cuartel General en El Alto de La Paz, a los facciosos: Las FFAA de la Nación hondamente conmovida por el inaudito crimen en que habéis incurrido atacando nuestras unidades os notifican por conducto de sus más altos personeros, renunciar definitivamente a esta insólita actitud hasta Hrs. 18:00 de hoy, caso contrario las FFAA se verán en el duro trance de reprimirlos con las tropas del Ejército y de la Fuerza Aérea.”

En la noche de ese día y tras las anteriores amenazas, en el histórico recinto de la Universidad Mayor de San Andrés, decenas de universitarios, presididos por Mario V. Guzmán Galarza, Lionel Mendizábal, José Rolando Escalante, Edwin Rodríguez, un conglomerado de estudiantes de secundaria (FES), más otros heroicos combatientes zonales y sindicales como Ela Campero, Matilde Olmos, Etelvina de Peña Córdoba, Juan Lechín, Mario Tórrez, Eusebio Gironda, Florentino Quiroz, Fulvio Ballón, Julio Manuel Aramayo, Jorge Ríos Gamarra, Humberto del Villar, Álvaro Pérez del Castillo, Egberto Ergueta, Ángel López España y otros, tomaban la dirección revolucionaria presididos por el Dr. Hernán Siles Zuazo, quien, con su vibrante “Ahora o nunca, compañeros, a la lucha”, se trasladaban a las zonas de combate. En honor a la verdad histórica cabe señalar que muchos de ellos pertenecían a los cuadros del MNR.

Así se dieron fuertes enfrentamientos entre revolucionarios y fuerzas de la oligarquía que tenían gran cantidad de armamento de guerra. Estos luctuosos hechos fueron descritos con detalle en los periódicos de entonces por el historiador Luis Antezana Ergueta.

Felizmente, gracias al fuerte apoyo ciudadano que no vaciló también en su sacrificio, se logró recuperar las ciudades de La Paz y El Alto.

Triunfante la Revolución, reunido el pueblo en la Plaza Murillo, se exhibía fusiles, ametralladoras y cañones antiaéreos, los cuales fueron devueltos posteriormente a sus unidades respectivas.

De esta revolución nació así un movimiento aluvional para el equilibrio de las libertades ciudadanas hasta alcanzar el pentecostés de una Bolivia digna y un pueblo desesperado de conquistar su bienestar social.

Por todo lo anteriormente señalado, los grupos citados al principio no pueden atribuirse conquistas que no les corresponde, tanto más si ellas fueron traicionadas por los gobiernos posteriores y por el actual.

El retrato falso y contradictorio que se presenta ahora, a fuerza de quedar sin rectificación, puede acabar asumiendo apariencia de verdad, lo que no es correcto. Pese a los postulados de abril, seguimos en el oscuro camino del subdesarrollo, teniendo a las áreas rurales debatiéndose en la miseria, seguimos ejerciendo la mendicidad internacional y el crecido crédito externo.

Frente a esas crudas realidades, parece que estamos necesitando con urgencia otras opciones de gestión pública para la trasformación de las estructuras productivas, el crecimiento económico y el bienestar al que tiene derecho el pueblo boliviano.