Escupitajos que matan

Aunque parezca grosero, hoy tengo que referirme a un escupitajo que llegó muy lejos, inquietándome si ha llegado a trasponer las puertas muy bien resguardadas del Palacio Real de la plaza Murillo, algo que no sucedió, de acuerdo con mi corresponsal, pues me aseguró que el Presidente vitalicio se encontraba fuera del recinto, entregando obras deportivas en tierras algo lejanas, cumpliendo su plan de perpetuarse en el poder, no porque él quisiera sino por mandato de todos sus favorecidos, muchos de los cuales han sido nombrados embajadores, como Sacha Llorenti; el mismo que ha anunciado que Evo Morales ocupará por unas horas un sitial en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, privilegio que obligó a la periodista cochabambina a manifestarme que el escupitajo de Gualberto Cusi no le había traído mala suerte.

Conversando con la bambina cochabambina coincidimos en que no hay que escupir para arriba, pues el salivazo te puede caer encima, aunque ambos reconocimos que ese hecho protagonizado por el ex magistrado significó la respuesta más contundente y dolida de un ciudadano inerme ante un brutal atropello disfrazado de sentencia judicial. Con la confianza que caracteriza a nuestra relación laboral, coincidimos en contribuir a la defensa de ese débil indígena boliviano que pretende ser aplastado por todo un aparato gubernamental que determina los fallos judiciales, aunque ahora nos tienen ilusionados o embaucados con unas elecciones que muy pocos creen que éstas puedan llevarse con corrección y transparencia.

Mi comadre cochabambina nacida en Quillacollo me pidió valorar otras medidas para defender a los ciudadanos ante el atropello oficial, recordándome que existen hechos positivos de paisanos valerosos que siguen encontrando maneras de exteriorizar sus protestas, como la de una parlamentaria de oposición que se negó a estrechar la mano al primer mandatario, actitud valiente y sencilla que también sirve para demostrar dignidad contraria; ese hecho, menos espectacular que el protagonizado por Cusi, sumado a otras manifestaciones de repudio, constituyen la forma más civilizada de defender los principios democráticos en los que creemos, entre los cuales se halla la alternabilidad en el ejercicio del poder. También es de conocimiento público el inalterable apoyo de Evo a la dictadura de Maduro en el país caribeño de Venezuela, sin consultar al pueblo de Bolivia sobre si está de acuerdo con este apoyo al régimen que tiene cautivo a todo un pueblo que combate valerosamente contra las balas de los paramilitares oficialistas, contra el hambre y la miseria.

Al concluir nuestra conversación con Macacha, la periodista, le pedí que si tiene oportunidad de hablar con el Presidente, le haga saber que él podrá ser todo lo “chavista” que quiera, pero el resto de los bolivianos nos oponemos a ese régimen oprobioso que mantiene a los venezolanos entre el hambre y la represión.