La ciudad martirizada

El viernes pasado traté de llegar a la plaza Murillo, para preguntar por el paradero del ocupante principal del Palacio Real, pero todas las calles estaban bloqueadas por distintos grupos sociales organizados que trataron de impedir el paso de un ciudadano común como yo, que como muchos trataba de cumplir con algunas obligaciones cotidianas, pero… ¡vano intento de un paceño al que se le niega el derecho de libre circulación y que no reclama por sí mismo, sino por los centenares y miles de vecinos que se encuentran diariamente con esta triste encerrona!

Pude comunicarme por celular con mi comadre periodista, que presume de ser una cochabambina libre y que tiene acceso a los sitios más exclusivos de La Paz, como ser la casona presidencial, también conocida como el Palacio Quemado. Al enterarse ella de que su mentor periodístico se encontraba en las inmediaciones sin poder avanzar ni un paso más, en esta ciudad sitiada por grupos sociales que nacieron al abrigo del jefe máximo; Macacha quiso demostrarme que ella también gozaba de una partícula de poder y salió a mi encuentro en el momento en que una persona gritaba con gran valor: “¡Los paceños ya estamos podridos con este cerco diario a nuestras actividades, lo único que queremos es trabajar!

En efecto, ella tuvo que llegar a la Pérez Velasco para conducirme hasta su despacho periodístico, donde lo primero que hice fue preguntar… ¿Dónde está el mandamás que nos gobierna hace once años y pretende hacerlo durante quinientos? De esa manera me enteré de que la Sede de Gobierno, o sea la ciudad de La Paz, había sido abandonada a su suerte y que él se encontraba en la zona cocalera del Chapare, y que tal vez acudiría al Palacio en horas de la noche.

Fue entonces que por vez primera levanté la voz para hablar con la periodista cochabambina y le dije: cuando llegue su jefe dígale que los paceños estamos hartos de tanto bloqueo callejero y que si esta es la Sede de Gobierno, él debe permanecer mucho más tiempo en ella, en vez de estar recorriendo el país repartiendo canchitas de fútbol, ofreciendo trenes eléctricos a Cochabamba, mientras que nosotros no podemos llegar a nuestras fuentes de trabajo, ni en monopatín.

Al comprobar mi enojo y desesperación, la cholita periodista me dijo consternada que hablaría con el jefe máximo para recordarle que La Paz es todavía la Sede de Gobierno y reclama la permanente presencia de quien es la verdadera causa de nuestros sufrimientos diarios. Recordarle al Presidente orureño que debe estar en el Palacio de Gobierno y no como pasa ahora, que sólo está casualmente.