De un ritual a una práctica urbana diaria



ÉDGAR MIRANDA, SOCIÓLOGO.

El sociólogo Édgar Miranda explicó que en tiempos pasados la embriaguez era una forma de tomar contacto con los seres sobrenaturales, era una práctica sagrada en los solsticios y equinoccios, sin embargo, en la actualidad el consumo de bebidas alcohólicas se convirtió en una práctica urbana diaria y es concebida como sinónimo de diversión o escape de una realidad.

Manifestó que a partir de la conquista española y con el paso de los años se presentó una resistencia cultural, factores como la explotación y otras formas de dominio colonial, fueron acrecentando estos rituales de tal manera que en las fiestas patronales de la actualidad el consumo de las bebidas alcohólicas de toda procedencia son visiblemente preocupantes.

Estableció una diferencia entre “danzar” y “bailar”. “El que danza lo hace por devoción, en épocas pasadas este acto se acompañaba con pocas cantidades de alcohol, mientras que el que baila lo hace por diversión sin vínculo alguno con algún ritual divino, aspecto que se confunde en la actualidad”, mencionó.

En ese marco, indicó que el 90% de los participantes de las diferentes festividades, bailan.

Apuntó que en tiempos pasados con el consumo de ciertos alucinógenos se podía establecer contacto con las divinidades ancestrales sobretodo en Tiwanaku, ahora esos rituales se reflejan como una adaptación a la vida cotidiana en las grandes entradas folklóricas.

En su criterio, la sociedad se convirtió demasiado permisiva, se reúnen en las plazas para beber, se vuelven agresivos, aspectos que viene desde la educación de los jóvenes y los valores éticos morales y espirituales con las que una persona debe contar.

El sociólogo afirmó que ahora los jóvenes ven el reflejo de un país, de un núcleo social, de sus padres, acto donde se reflejan alegría y diversión al momento del consumo de alcohol.

“El fondo no es nada más que el reflejo de un problema de frustración, porque vivimos en una sociedad donde existe la exclusión de quien no comparte las mismas actividades”, señaló.

Aclaró que la cultura no es signo de diversión sino de ampliar los horizontes del ser humano, es volver al ser más creativo, más social, donde de cierta manera aporte a su productividad.

FAMILIAS DESESTRUCTURADAS

Miranda mencionó que el 80% de los jóvenes que tienen problemas de alcoholismo y de delincuencia son de familias desestructuradas, que no lograron mantener una vida tranquila ya sean por problemas económicos u otros que han destruido el núcleo familiar, y los jóvenes buscan su consuelo y refugio en el alcohol.

 
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