Entre historia y novela

Escribir historia y a la vez tornarla en novela es virtuosismo, esto es lo que hizo la periodista y escritora Verónica Ormachea Gutiérrez al producir el libro Los Infames. La acogida que tuvo es destacable, pues estas líneas las escribió sobre su cuarta edición.

Aunque soy un intelectual que se halla al día con todo lo que se escribe en el país, al menos no conozco una experiencia similar, la de haber suscitado tanto interés para que tres ediciones anteriores se hallen ya agotadas. Y que esta sea la cuarta.

Es pertinente hacer la anotación porque pone de manifiesto que tuvo notable acogida en el país, pero también en el exterior, lo que no suele acontecer con obras nacionales, en particular del género histórico-novelístico.

Su volumen, además, es muy remarcable, asciende a las 308 páginas, por lo que se demuestra que la difusión que tuvo, con tres ediciones, resulta ser un acontecimiento en el género editorial del país.

El detalle más significativo es la excelente calidad literaria que tiene. Su lenguaje llega a la perfección. No cabe duda, por tanto, que Verónica es una intelectual de excepción, digna de compartir como tal en cualquier escenario.

Estos singulares son atribuibles a su talento y a la formación que tuvo en sus estudios superiores, en los dos centros académicos de mayor prestigio y relevancia en el mundo, como son la Sorba y Harvard (Kennedy School of Govermment).

Con estos antecedentes, la temática de Los Infames brinda un despliegue de calidad y atracción singulares. Tan pronto el lector se encuentra con el multimillonario del pasado boliviano Mauricio (Moritz, en la novela) Hochschild, cumpliendo aquello que se le desconocía, de ser generoso con su riqueza en el país y entre las víctimas de la segunda guerra mundial en Europa, como con el holocausto de los judíos en Auschwitz, o insólitos romances de personas cuyos países protagonizaban el conflicto armado.

Empero, el lucimiento de la obra, en todo caso, está en la novela, las brutalidades cometidas en los campos de concentración de judíos, creados por el régimen nazi de Adolfo Hitler, las persecuciones y el valor de la resistencia en la segunda guerra mundial.

Verónica resultará ser en este momento el mayor valor literario que tiene Bolivia, sin declinación ni debilidad alguna, más bien hace gala de haberse constituido en una escritora de profundos valores y cualidades para brillar como tal.