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La lucha de la democracia con el socialismo Siglo XXI en Bolivia

Edgar D. Ergueta Ávila

Es increíble el daño que hace el Socialismo Siglo XXI a la democracia en Bolivia, daño que debemos entenderlo se extiende a todo el mundo que considera la democracia como un ejemplo de régimen político.

En primer lugar, en el país existe una sorda lucha por demostrar que el cambio de gobierno sucedido en Bolivia en noviembre pasado no fue ningún golpe de estado, situación que afirman todos los gobiernos socialistas Siglo XXI, como el de España en Europa o los de Cuba, Venezuela, Nicaragua, México en América, Irán en Asia o, incluso, funcionarios socialistas internacionales bien acomodados, como la ex presidente chilena Michelle Bachelet, de NNUU, el activista Adolfo Pérez Esquivel, el colombiano Ernesto Samper y otros muchos seguidores de esa corriente, para los cuales la verdad y la mentira tiene la misma validez. El cinismo de estos destructores de la democracia llega a ignorar que fue la mayoría del pueblo boliviano, harto de 14 años de corrupción, manifestado en: el saqueo y despilfarro de las arcas nacionales, la implementación de proyectos fantasma, el fomento a la producción y tráfico de estupefacientes, el desvergonzado endiosamiento de los jerarcas, el descarado fraude electoral, etc., etc., que durante veintiún días hizo un paro cívico, absoluto, con manifestaciones multitudinarias nunca vistas, todas ellas pacíficas y en todos sus departamentos.

Movimientos que fueron la verdadera causa de la precipitada huida del dictador, su vicepresidente y algunos adláteres rumbo a México. No fue un movimiento militar ni policial, como intentan demostrar los socialistas Siglo XXI, estos movimientos de la población simplemente cumplieron con su deber de velar por rescatar una democracia pisoteada por ese régimen. De haberse tratado de un golpe militar, el actual no habría sido un Gobierno civil sino uno militar o impuesto por la fuerza.

Otro aspecto que desmiente el argumento del golpe que se quiere hacer valer es el reconocimiento al fraude que el mismo ex dictador hizo al ofrecer nuevas elecciones con un “nuevo Tribunal Electoral”, en vista de las profundas observaciones con que contaba el corrupto Tribunal existente en ese momento. Esta declaración la hizo Evo Morales como un último intento antes de presentar su renuncia y pedir asilo a México.

Mención especial en esta lucha merece un artículo del periódico Washington Post, sobre un estudio indocumentado adjudicado al Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Estados Unidos, el mismo que manifestaba que no hubo fraude electoral en Bolivia y que Morales no debía renunciar, lo cual provocó un revuelo entre los hombres Siglo XXI, como ser Zapatero de España, los Fernández de Argentina, López O. de México, etc. etc., quienes, basados en él, pedían confrontar el estudio realizado por la OEA que demostraba el fraude electoral del gobierno de Morales. La veracidad de dicha publicación duró lo que el MIT tardó en aclarar que dicha publicación no era responsabilidad suya sino del Center for Economic and Policy Research (CEPR), Centro que, según se conoció, tenía como investigador a Guillaume Long, ex canciller del ex presidente Rafael Correa de Ecuador (otro hombre Siglo XXI), aclaración que pudo hacerla el periódico La Nación de Buenos Aires.

Otro tema igual ofensivo para la democracia boliviana es la tolerancia de los gobiernos socialistas que recibieron y reciben como asilado político al ex dictador y sus partidarios masistas (MAS, el partido de los ex gobernantes), los cuales desoyen las normas internacionales sobre declaraciones permitidas a los asilados y refugiados políticos, lo que ya meritó sendos reclamos de la Cancillería boliviana. Caso concreto de México y Argentina, países desde los cuales el ex dictador lanzó y lanza sus consignas: desprestigiando al gobierno de transición que se hizo cargo del país; e instruyendo el cerco a las ciudades para rendir por el hambre a las poblaciones urbanas (reconocido crimen de lesa humanidad), amenazas de guerra civil y de crear milicias armadas con estilo venezolano, intimidación con golpes militares, y muchos otros ultimátum y amenazas.

Un tercer aspecto que hiere la democracia boliviana es el abuso de los congresales del MAS en las sesiones del Poder Legislativo. El Gobierno transitorio actual, en su afán de velar por la Constitución vigente, mantuvo el funcionamiento del Congreso constituido en el anterior Gobierno, el cual cuenta con una mayoría del partido ex gobernante (MAS). Este hecho no se lo evalúa en su verdadero significado y los curules de la oposición, con 2/3 de pluralidad, importándoles más sus intereses partidarios que los del país, dificultan y bloquean la gestión bien intencionada de los actuales gobernantes, cuyo papel central es realizar elecciones generales puras y transparentes.

Otro caso que afecta a la democracia boliviana son los reclamos permanentes que efectúan los genocidas de Siglo XXI por los resultados que se dieron el 19 de noviembre, cuando manifestantes de esa línea ingresaron a la planta de YPFB en Senkata a plan de dinamitazos, hicieron volar los muros y las puertas e incendiaron sus vehículos. Cuando se disponían a hacer volar los depósitos de gas, exponiendo, según los expertos, la destrucción de más del cincuenta por ciento de la Ciudad de El Alto, el ejército y la policía tuvo que intervenir, presentándose un combate en el que hubo seis muertos entre los asaltantes. Este hecho se lo representa permanentemente por parte de los vándalos de manera irresponsable, sin tomar en cuenta las circunstancias en las que se produjo tal hecho.

Siguiendo con otros asuntos condenables, realizados por seguidores del Socialismo Siglo XXI nacionales, vale citar los casos de acusaciones de represión política que éstos sindican por los juicios que el actual Gobierno sigue a funcionarios corruptos del anterior régimen, los mismos que incurrieron en actos penados por la ley. Ellos son hechos de justicia reclamados por el pueblo y de ninguna manera actos arbitrarios sin sustento judicial, o motivados por causas políticas.

Finalmente, volviendo al ámbito internacional, para el caso actual de las relaciones de Bolivia debemos distinguir dos tipos de países, los unos con gobiernos y personalidades que respetan la “democracia bien concebida”, cuyos discursos son sensatos y templados y los otros, obcecados seguidores del Socialismo Siglo XXI, cuyos discursos son alborotados, con medias verdades o inventando verdades de Perogrullo, éstos también proclaman la democracia “pero mal concebida”.

Pese a todo lo comentado, en Bolivia se vive la esperanza y la expectativa de que las próximas elecciones generales y congresales servirán para elegir un Gobierno y un Poder Legislativo ambos capaces y bien intencionados, que velen por el desarrollo económico político y social, así como por eliminar la polarización de clases que el anterior gobierno se interesó en crear.

 
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