[Jaime Martínez]

Homenaje a Bolivia

Continuación

Con los cuales arman una concepción del mundo como lugar que se encamina hacia lo infinito. Después, el tiempo nos hizo comprender que las glorias del mundo ni el hombre soberbio son eternos, y el imperio de Tiwanaku, que llegó con sus armas y su cultura hasta el norte de Argentina, el Perú y , ocupó el litoral del Pacífico en su crecimiento imperial, lentamente fue desgastado por el tiempo y la adversidad, quedando únicamente las toponimias como señal de su avance impetuoso por la geografía sudamericana, junto a las ruinas de una ciudad, como recuerdos que se alzan reclamando su reconstrucción, en la desolación del altiplano. Los Inkas avanzaron por la altipampa al son de sus marchas guerreras, y ocuparon lo que fue territorio aimara, subyugándolos por un tiempo. ¿Wankaranis, chiripas y tiwanacotas eran de la misma raza? O durante el imperio se fueron uniendo, mal de su grado, pero uniéndose, tanto en sangre como en cultura para transformarla en una nueva dimensión humana y cultural, como sucede siempre a lo largo de la historia? ¿Y con la llegada inka, los quechuas y los pueblos por ellos conquistados, junto con los mitimaes shiris del Ecuador, con los nazca y chavín, etc, no formaron un nuevo mosaico de raza y cultura renovada y mestiza?

Así estaba esta zona hasta la llegada de otros hombres, de otra cultura, otro idioma y otra fe. Los españoles que irrumpieron en este territorio, sometieron a sus habitantes y explotaron las riquezas que este suelo generoso les ofrecía. Terrible choque de la historia en la que dos culturas y dos sangres se enfrentaron, y lo hicieron como en todo encuentro, con mutuo estupor, con admiración al saber que hay gentes de diverso color y distinta índole; choque que genera nuevas variantes de cultura, porque el hombre es un ser abierto a todo mensaje que le llega del otro, o de lo otro, que es el mundo. Estos españoles, a su vez, ¿no recibieron acaso en su territorio a iberos, griegos, fenicios, romanos, judíos y árabes formando un nuevo abigarramiento de sangres mestizadas, y de culturas mezcladas en el permanente hermanamiento espiritual, que la cultura produce al calor de los encuentros humanos? Los bolivianos tenemos ese privilegio, tener sangre de sangres, cultura de culturas, porque somos un país de permanente encuentro de hombres y de ideas. Somos, pues, pese a los miopes que no quieren mirar en la historia, un pueblo por demás mestizo, y estamos orgullosos de este mestizaje, porque de la mezcla de sangres y espíritus sale la fuerza vital, la energía de las renovaciones; pues sabemos que las razas y culturas puras, incontaminadas, degeneran presa de taras y mueren en el estertor de lo caduco e inservible. Con el mestizo americano, fruto del indio y del europeo, nacido en el parto de la historia, aparece un nuevo mundo, el que divide los tiempos en un antes y después de Colón, abriendo la modernidad en la historia universal.

 
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