Motivo de la elección

En el Callao, un lugar hermoso a orillas del mar poblado de palmeras que a las seis de la tarde eran el nido de los loros del distrito. Dios! Qué lorerio!, escuchar esa jauría era uno de mis momentos favoritos del día, cada tarde, al escucharlos, me preguntaba, cuantos loros hablan y por qué gritaban. Acaso no pueden ser más civilizados y hablar más bajo?. Una tarde decidí traducir sin ininterrumpidas tertulias- Me pregunté que si hablan sin parar, tan afanados en hacerse escuchar, algo muy importante se debe estar tejiendo y debo saber qué. Y así fue, cada tarde aquellos loros me contaban historias diferentes, narraban hechos, algunos verídicos, otros ficticios, algunos añadían partes a las historias y yo sentado bajo las palmeras los escuchaba. Era tan fácil entenderlos. Sospecho que fueron ellos quienes entre charla y charla compartieron conmigo algunas historias, momentos, situaciones. Me quedaba en silencio, casi paralizado para que ellos no notaran mi presencia y pensaba qué fantástico sería poder contar aquellas increíbles; y es que los escuchaba con el alma, el corazón y la ingenuidad de un niño.

Los fines de semana visitábamos a mis tíos y primos en Miraflores, un distrito cercano al nuestro. Fue entonces cuando comenzaron mis épocas de poeta enamorador. Camila, una amiga de mi primo fue mi primer amor adolescente. Era tan linda, ojos grandes color miel, su cabello lacio de un tono almendrado, pero lo que nunca olvidare será sus labios que fueron los primeros que besé, eran tan delgados que tenía miedo de lastimarla con el beso que le di. Ese beso, el primero es el que nunca se olvida, se queda inmortalizado gracias al miedo, nerviosismo y vergüenza inigualable de ese momento.

Desde que conocí a Camila esperaba el fin de semana hipnotizado en mis pensamientos recordando cada facción única de su cara.

Apenas llegaba a Miraflores iba a buscarla a su casa y salíamos junto con mis primos y amigos a perdernos en el atardecer que se dibujaba imponente a orillas del mar.

Estaba todo prácticamente perfecto hasta que empezaron los problemas con mi padre. El tenía fuertes y violetos arrebatos que al principio me causaron mucho temor, pero yo no soy afecto a tener miedo porque el miedo nos debilita, nos ciega y minimiza nuestros talentos para finalmente encerrarnos en una esferita llena de inseguridades. Ahora pienso que por eso, ese miedo se trasformo en rencor.

Hoy lloro, es la impotencia. Cómo quisiera que mi padre me apoye, extraño a mi Dorita, mi vida en esa pequeña casita aislada en Piura, quiero sentir otro atardecer en el mar, con mis amigos, viajar, recorrer el mundo, enamorar con palabras y cautivar con acciones.

Hoy comencé a escribir este diario, mi libro de recuerdos, solo así revivo todos esos momentos de mi niñez y de los comienzos de mi adolescencia, así siento el calor y el aroma único de Dorita, veo los ojos de Camila, juego partidos de futbol en Bolivia, me voy al mar con mis amigos, me siento, otra vez, bajos las palmeras, así, con esos dulces recuerdos, vivo en el presente todo mi pasado.