[Juan Carlos Tapia]

Cossmil, la caja de Pandora


Sedes de Cochabamba, a través de un medio de comunicación popular, denuncia que en la unidad de “neonatología” del Hospital Militar de esa ciudad, el tratamiento de los pacientes se lo realizaba con medicamentos vencidos, sin detallar el tiempo de esta “bendita” práctica; asimismo sabemos que la dotación de fármacos a nivel nacional proviene de la central de La Paz, donde ya existen antecedentes de esta misma naturaleza, delitos con ingredientes de corrupción, como la adquisición de fármacos hindúes baratos y en mal estado.

Algunos asegurados de Cossmil en La Paz desconocen que Sedes en algún momento haya inspeccionado este hospital No. 1, en especial el área más sensible, como es farmacia, pero mucho más extrañan que, desde hace un tiempo, las condiciones de atención, tratamiento, y otros menesteres inherentes a la prestación de salud, al margen de su baja calidad, no justifican el monto elevado que se aporta por concepto de “salud”. Los problemas constantes que confronta “farmacia”, desprovista de medios, y los embrollos de carácter técnico administrativo, nos sugieren la grave crisis de esta institución, con el interrogante de no saber desde cuándo se viene practicando estos supuestos delitos, al margen de que los asegurados se convirtieron en un número más, lejos de la sensibilidad y respeto, ¿será el cambio? Nos preguntamos, ¿qué pasará con los demás centros hospitalarios del interior?

El Hospital “Central” de la Paz absorbe casi un 60% del potencial económico de salud, y no se conoce si el monto destinado para este efecto se lo distribuye correctamente, pues aflige la falta de fiscalización y equidad con el resto de los centros más alejados, que se desenvuelven en paupérrimas condiciones, tanto que muchos asegurados tienen que emigrar a esta ciudad. El Hospital principal de Cossmil parece haber bajado a primer nivel, por la calidad de la atención a los pacientes, salarios bajísimos de los médicos; carencia de medios y tecnología de punta; costosos equipos que se los pierde, sumados a la abultada burocracia que lo asfixia, jefes militares cumplen funciones de bajo perfil, y comparando el avance de nosocomios públicos, éste conmueve.

Esta situación ha generado un ambiente insostenible, abandonando la entidad muchos excelentes profesionales médicos, para ser reemplazados luego por bisoños jóvenes, casi sin experiencia (salvando excepciones), y sin alguna aspiración salarial. Por tal incertidumbre muchos pacientes prefieren la atención de privados.

Hace décadas que la Corporación en su conjunto no conoce una auditoría seria, responsable e independiente, menos la materialización de un cálculo matemático actuarial; se desconoce el destino de millones de dólares, entre lo prestado y lo desaparecido. Es una entidad intocable; en muchas oportunidades se denunció al portafolio del área, por las dimensiones del delito; para algunos militares este problema impele al Estado, una intervención que corte la recurrente protección y encubrimiento, aunque se conoce que un gerente sin intermediarios prestó al Gobierno 30 millones de dólares, el para qué sólo algunos militases conocen.

Por la pésima conducción de Cossmil nadie fue a la cárcel o es procesado. Se toma medidas y decisiones unilaterales, lejos de toda fiscalización; se tiene un bendito directorio que lejos de cumplir sus funciones específicas, se somete a los designios del presidente o gerente, quedando la manipulación de los recursos humanos, canonjías y prebendas sin ser denunciados. Clara deslealtad de un cínico encubrimiento y complicidad con los diferentes delitos cometidos, todo en detrimento de la población asegurada.

Pese a contar los jubilados con pruebas fehacientes sobre tanta anomalía empresarial, en esta endemia de larga data, poco o nada pudieron hacer, más pudo lo medroso y el espíritu examine de los jubilados, en vez de hacer con fuerza y señorío sus reclamos, trasuntados en notas con expresiones tibias, sin eco. Aparentemente se hizo culto a la destrucción más que al progreso y bienestar institucional; muchos generales al mando y en su momento (salvando excepciones) hicieron caso omiso a los problemas de Cossmil, seguramente por el beneficio de pluses o bonos salidos de la misma tela corporativa. Lo paradójico es que hoy ya jubilados, los generales son los primeros en protestar y reclamar por las deficiencias de la entidad.

La caja de Pandora contiene muchas sorpresas que pueden ser dramáticas y destructivas, aclarando que se trata desde los inicios de funcionamiento de Cossmil , donde por analogía todos los delitos recurrentes mantienen las mismas características de dolo y corrupción. En este caso, salvando malas interpretaciones, la Institución Armada merece un profundo respeto, que al margen de estar o no algunos involucrados, la corrupción y el dolo ponen en serio riesgo la imagen institucional. El peligro se cierne sobre la vida de las esposas, hijos y resto de la población asegurada. El nosocomio ha sido hecho para sanar y salvar vidas de sus pacientes, no para desahuciarlos. Nos alegra que los tiempos del “cambio” los hayan mejorado notablemente, pero en lo demás, notamos que es para peor.

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