La Audiencia de Charcas

Sus orígenes datan de la separación geográfica de las provincias coloniales de España en América, conocida como Nueva Toledo, Alto Perú, Charcas. Fue establecida en 1561, como un Tribunal de Justicia, se trató de darle una función más o menos análoga a los Tribunales de España.

Su jurisdicción abarcaba enorme territorio, al norte limitado por los ríos Purús y Madera, por el sur, hasta el Gran Chaco, las vertientes meridionales del Altiplano y las provincias del otro lado del Titicaca, hasta las riberas del Iténez y el Paraguay, por el Altiplano llegando a las playas del Pacífico, con mucho territorio no explorado aún.

De territorio tan extenso sólo existían dos salidas importantes, la una a Lima, capital del Virreinato del Perú, y la otra a Buenos Aires, al Atlántico.

Naturalmente, el puerto de Arica era el único usado para las importaciones y exportaciones de la Audiencia.

Dada su importancia, las autoridades españolas quisieron darle mayor importancia, otorgándole un delegado del Virrey para que mantenga la autoridad española, llamado en un principio “Teniente de Capitán General”.

La Lugartenencia Virreinal fue posteriormente suspendida, quedando la Audiencia en manos de los letrados, que con mayor ahínco se dedicaron a ponerse en acción.

Desde allí se inició el poder de la Audiencia de Charcas, que dada la distancia que la separaba de la sede del Virreinato, Lima, tenía en su poder el mando total de las extensas zonas de la colonia.

Más aún, la riqueza potosina, mayor que muchas de las colonias y muy importante por el “quinto” enviado a España, daba lugar a que el Presidente de la Audiencia tenga mayor, influencia, incluso que el virrey español, ya que algunos de sus súbditos, prominentes mineros potosinos, acudían a dar algunos préstamos a los virreyes que los solicitaban.

En España se aplicaba el patronato real, al igual que en el Virreinato, y en este caso especial, al igual que en la presidencia de la Real Audiencia, se tenía la tenencia de superioridad ante la Iglesia, debiendo pasar por sus manos nombramientos de párrocos, ayudantes, y otros, para su posterior nombramiento realizado por el Obispo respectivo.

Es decir que la Iglesia y el clero eran sumisos y adictos a las disposiciones de la Audiencia.

Muy aparte de la soberbia española, un Oidor de la Audiencia de Charcas era poco más o menos que un rey chico; cuando un Oidor salía a las calles de la Plata, sede de la Audiencia, quien se encontraba con él, en primer lugar después de cederle el paso de la acera, debía parar, rendirle un saludo protocolar, y si fuera posible, acompañarlo unos pasos, dándole pleitesía.

Una dama española, según dice la tradición, en su lecho de muerte, como una cláusula de su testamento, señalaba que se compre una toga de Oidor de la Audiencia, para que se la coloque en la Santa Eucaristía, y así el pueblo le rinda los honores y pleitesías correspondientes.

Naturalmente todo el pueblo aceptaba todas estas formas dentro del Gobierno de la Audiencia de Charcas, llegando incluso a preferir ser llamados personajes de Charcas o charquenses, y no ser peruanos, ni rioplatenses.

El Gobierno de la Audiencia de Charcas ejercía un dominio permanente sobre toda la extensión de la Audiencia, y era respetada en todos los confines de la misma, acudiendo a ella para cualquier problema jurídico, de tierras, de tenencia de las mismas, préstamos, hipotecas o cualesquiera otros arreglos.

La Audiencia de Charcas tenía tal poder supremo, que el mismo Virrey de Lima la trataba con sumo cuidado.

Ese fue el origen del Alto Perú, y de la nacionalidad boliviana.

Sociedad Bolivariana de Bolivia. Fundada en 1936.