[Armando Mariaca]

Bases sustantivas de la moral y la ética


La moral es el conjunto de virtudes que posee el ser humano desde su niñez; conforme transcurre el tiempo y en concordancia con la familia y los estudios que realice, van en aumento y se convierten en valores y principios, en reglas de conducta que se hacen inseparables y que, con el transcurso de los años, hasta la muerte, se acrecientan porque han adquirido solidez y consistencia.

La moral, justamente por ser principio y fin de virtudes, tiene como filosofía a la ética; es decir, al modo de comportarse del hombre, a su actuar en el conjunto de personas, entidades o instituciones en que se desenvuelve o transcurre su vida. La ética por ser filosofía de la moral, abarca todos los actos y comportamientos de la vida y, éticamente, es tenencia de cada profesión, de cada trabajo, de toda labor, de todo accionar del ser humano. Así, se diferencian los diferentes modos de ética: la ética del médico, del abogado, del economista, del sacerdote, del periodista, del político y de todo accionar y actuar. Por supuesto, es importante que el político, el estudioso, el sociólogo, el que dedica estudios, investigación plena a la ciencia debe contar con comportamientos, disciplinas y sentimientos muy acordes y éticos. La ética, pues, es el actuar de la moral de cada uno.

Pero, la misma moral da pautas para los comportamientos éticos porque moralidad implica práctica absoluta de la moral que, desglosada, resulta ser reflejo o efluvio de la conciencia. Moral y ética, conjuncionadas, son conciencia, decencia, virtud, honradez, honestidad, generosidad, rectitud, decoro, vergüenza, limpieza, transparencia y responsabilidad; todo un conjunto de virtudes y valores que se adentran en el término moralidad que, resumida, es la cualidad de la acciones humanas que las hace buenas.

Muchas veces, en el diario hablar y escribir, se cambia el orden y se dice “ética y moral” cuando en realidad lo que corresponde decir es moral y ética, porque sin moral no puede haber ética. Al respecto, Kung Tse (Confucio) decía: “El hombre se rige por principios morales que llegan a la ética o fiel desempeño de lo que hace”. Leon Bloy, el famoso católico, pensador y escritor francés sostenía: “El hombre, por su condición de ser hijo de Dios, debe tener bases morales y practicarlas éticamente”.

Siendo la moral esencialmente práctica de virtudes, mal se puede decir que hombres que poseen poder político, económico o social tienen moral y ética si vulneran todas o parte de las reglas y normas de la moral bien entendida y mejor practicada. Muchas veces, el poder obnubila y hace que se pierdan valores; las riquezas enceguecen y no se ve más allá de los propios intereses y ambiciones; la deshonestidad señala caminos del mal; la irresponsabilidad es el conjunto de normas violadas, de leyes pisoteadas, de conciencias sin pudor, decoro ni vergüenza. La deslealtad es traición a sí mismo y es menoscabo de los derechos ajenos porque son prácticas contrarias a todo bien. No puede sostenerse que hay moral y ética cuando no hay honestidad, limpieza y transparencia en las conductas y no hay conciencia de lo que se hace y, menos, decencia y moralidad personal en el comportamiento de vida.

Quienes cuentan con poder político, económico, social o de cualquier índole, se precian de moralidad y ética muchas veces sin reunir las mínimas condiciones y lo único que demuestran es deshonestidad, hipocresía y falsedad en toda su amplitud porque utilizan el disfraz de ética para ocultar su verdadera deformación moral.

Quienes no obran conforme a principios de moral y castigan de palabra o hecho a mujeres, niños y ancianos, sólo muestran cobardía e insanía porque están alejados de virtudes y valores. Y quienes hacen de la traición y el transfugio sus medios de vida, muestran cuán bajo han llegado sus instintos para alcanzar propósitos y fines sujetos a intereses creados.

Quienes hacen de la soberbia su medio de vida atenidos a lo que saben y tienen, no han alcanzado el mínimo de la escala de valores para prácticas de moral, generosidad, caridad y amor unidos a una conciencia de servicio y sentido solidario en pro del bien común.

Quienes en su soberbia, no saben reconocer méritos y cualidades morales en su entorno, sólo hacen gala de creer que son ellos, por su inteligencia o tenencia de bienes materiales, dignos de alcanzar la felicidad y consideran que los demás, que saben y sienten la moral como principio de vida, no pueden ni deben alcanzar la cima de ningún bienestar.

Bondad, humildad, caridad, honestidad y responsabilidad son condiciones de una vida plena de moral y ética; lo contrario, es atentar e ignorar al prójimo que vive y practica el bien.

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