…Acerca de las aves mas raras del mundo

Marcelo Arduz Ruiz


El Kiwi (Apterix australis), cuyo nombre deriva del chillido que emite el macho en el galanteo (quiuiquihui).
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Entre 9.993 especies conocidas de aves (aunque casi a diario en alguna latitud del planeta se descubre una o varias nuevas variedades de pájaros), la Sociedad Zoológica de Londres y la Universidad de Yale en New Haven eligieron un centenar de especies consideradas entre las más extrañas del mundo, en base a cuyo informe recientemente un grupo de conservacionistas lanzó en el Internet un listado de las 10 aves más raras del mundo, que Nuevos Horizontes ha difundido en fecha 7 de abril pasado, con fotos a colores de cada una de ellas.

El documental incluye al 1) Ibis gigante de Camboya, 2) Egotelo de Nueva Caledonia, 3) Cóndor de California, 4) Kakapo o loro carnívoro de Nueva Zelanda, 5) Kagu de la isla Grand Terre, 6) Sisón de Benga-la, 7) Mochuelo de bosque, 8) Águila de Filipinas), 9) Rabihorcado de la isla de Navidad y 10) el Cucu terrestre de Sumatra; sin embargo llama la atención que el listado pase por alto a la especie que puede ser considerada la más extraña (no solo por el aspecto físico sino también por el peligro en que se halla de desaparición) e inclusive, podría figurar entre las 10 rarezas de toda la escala zoológica, junto al Ornitorrinco y el Equidna, los mamíferos ovíparos también procedentes del conti-nente australiano.

El Kiwi o Apterix (del gr. a: privativo y pteron: ala), es la más pequeña de las aves aquilladas, del tamaño de un pollo, color marrón grisáceo, tiene la espalda jorobada y robustas las patas, con espolo-nes que a veces emplea en su defensa y garras fuertes para escarbar.

Difiere del resto de las aves vivientes en que tiene los orificios nasales, situados no en la base sino en el extremo de su largo, delgado y flexible pico, guiándose por su excelente olfato para localizar entre la tie-rra removida lombrices, insectos y larvas de las que se alimenta.

Proporcionalmente a su tamaño coloca los huevos más grandes de la escala zoológica. La hembra pone uno solo (o máxi-mo dos), para que lo empolle el macho que cuenta con la mitad de la talla de su con-sorte, lo cual daría origen al mito de que el Kiwi es capaz de colocar un huevo casi de su tamaño.

Su hábitat lo constituyen las Ciénegas y terrenos con abundante mata entre la cual se esconde y duerme la mayor parte del tiempo. Aunque tiene el sentido de la vista atrofiado, sale de su escondite por pocas horas durante la noche en procura de alimento.

Esta especie no se halla desprovista del todo de alas, sino que atrofiadas en reduci-dos muñones se esconden bajo su abun-dante y lacio plumaje, que parece una me-lena formada por largas y gruesas cerdas, pero de extrema suavidad.

Cotizado su plumaje por los nativos para la confección de mantas ceremoniales y el vestuario de los caciques, se puso a la especie en riesgo de extinción, utilizándose en la cacería linternas y jauría de perros, de los que huye refugiándose en las hen-deduras de las rocas, huecos de árboles o galerías que cava debajo la tierra. Cuando está sosegado, se dice repliega la cabeza atrás con el pico apuntando a tierra, pero cuando se lo asusta corre con mucha ligereza, estirando la cabeza cual un avestruz.

Entre los especímenes australes que lle-garon a Inglaterra en el siglo XIX, un ejemplar de Kiwi lo portó el Dr. Shaw en 1812, pasando a posesión del conde Derby al deceso del biólogo, y no presentándose otro en largos años, se llegó a suponer era una especie extinta, fabulosa o que la des-cripción correspondía a los restos preser-vados en el British Museum de Londres del Dodo, ave incapaz de volar, estúpida e inofensiva, que en 1681 fue extinguida a garrote, por la única especie “humana” de toda la escala zoológica.

El Kiwi es la única especie del género Apteriforme (con tres variedades), y perte-nece al primitivo orden de las aves Co-rredoras, junto con el Avestruz, el Casua-rio, el Emú o el Ñandú, que hace varios años vimos corriendo por la pradera benia-na al lado de la carretera al dirigirnos en un taxi del aeropuerto a la ciudad de Trinidad, (una variedad en vías de extinción es el Ñandú andino o enano (Pterocnemia pen-nata), que el presidente Evo tuvo el privile-gio de verlo desde un helicóptero corriendo por la gélida altiplanicie orureña, espanta-dos por el ruido de los motores durante la competición del Dakar)…

A la clasificación, se pueden añadir dos familias más: una prehistórica en la que se inscriben las dentadas Dyatrimas y Phoro-racos (de Norte y Sud América, respectiva-mente); y otra de tiempos históricos aun-que extinguida por el hombre hace más de 300 años, a la cual perteneció el Pájaro Elefante (Dinornis maximus), el ave más grande que haya existido sobre la Tierra en todos los tiempos con casi cuatro metros de altura (que posiblemente fuera el ave Roc de que habla Marco Polo y una leyen-da árabe) aunque algunos la consideran al fósil predecesor del albatros: el Pelagornis sandersi, que con las alas extendidas alcanzaba siete metros (pero con volumen, peso y talla mucho menores), rivalizando en los aires con los saurios voladores, pterodáctilos y el gigante pteradon...

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