[Isabel Velasco]

La Alasita


La “Alasita” que celebramos cada 24 de enero es una festividad tradicional del folklore paceño. Su origen se remonta hasta el célebre alzamiento indígena encabezado por Túpac Katari, quien con miles de los “suyos” cercó la ciudad en 1781. Rebelión pacificada por el “chapetón” Brigadier español Sebastián Segurola, Gobernador de La Paz, quien salvó a la ciudad del asedio.

Pacificada la sublevación, en acción de gracias a Nuestra Señora de La Paz, a cuya intercesión se atribuyó la victoria, se programó para el mes de enero de 1782 una serie de actos conmemorativos y como fecha principal se señaló el 24 de enero, día consagrado a la Virgen de la Paz.

Los mestizos no habían quedado tranquilos con el triunfo de Segurola y su ojeriza por los españoles estaba candente, a tal punto que iniciaron una feria, la cual se convirtió en una manifestación burlona para ridiculizar a los chapetones, en ella todo lo que se presentó para la venta resultó ser una convencional ridiculización a las huestes del Gobernador: casas, gentes, muebles, enseres, vestidos, utilería, abarrotes, víveres y mercancías, todo en miniatura.

La figura central fue el “Ekeko”, llamado también el dios de la abundancia. Él es la presentación de un hombrecito pequeño, de gran cabeza, regordete, piernas cortas y brazos largos. Tiene rostro sonrosado y rubicundo, alegre con aires de viajero, de sonrisa sugestiva, más propiamente es un remedo de la cara de Sebastián Segurola. Viene vestido y equipado con toda la indumentaria posible, sombrero de lana de oveja, gorra “lluchu” multicolor, bufanda y poncho de lana, chaleco de fantasía a todo color. Se lo carga con escarcelas llenas de cigarrillos, chuspa con billetes, un cesto de coca, una lata de alcohol, un mazo de chancaca, una talega de harina y otras de azúcar, cocinas, sartenes, ollas, herramientas y todo lo que pueda aguantar.

La fiesta del personaje que nos ocupa, en tiempos del Collao se celebraba durante tres días en el solsticio de verano el 21 de septiembre. Durante el periodo colonial, Sebastián Segurola y Machani, Gobernador Intendente de La Paz, después de haber salvado a la ciudad del terrible asedio, por Real Ordenanza trasladó la fecha y la primera Alasita tuvo lugar con mayor solemnidad y más alegría que antes, oportunidad en que se introdujo el culto al legendario “Ekeko”.

La Plaza principal entonces tenía cuatro ángulos llamados: Chaulla Khatu, el Colegio, el Cabildo y la Casa del Judío, fue por allí que entró en comparsa una multitud de jóvenes disfrazados, bailando al son de cajas, piedras e instrumentos musicales, llevando chucherías y objetos pequeños con la palabra “Alasita, alasita” la misma que significa “Cómprame… Cómprame”, continuaron la fiesta disfrazándose también con sombreros de cartón, caretas y barbas semejantes a las de un chivo.

Desde los primeros tiempos y durante el coloniaje, la Feria de Alasita se efectuaba en la plaza de San Francisco, los gobiernos republicanos le dieron realce en la Plaza Mayor, llamada también Plaza de Armas, Plaza 16 de Julio y ahora Plaza Murillo.

En 1917 las cuatro aceras de ella se la repartían de la siguiente manera: la acero del Loreto, para la venta de objetos tallados en plata y madera. La acera del Palacio de Gobierno para ebanistería, la acera del Lucero para talabartería, objetos de cobre y cerrajería. La acera de “doña Cualidad” sección esculturas, casitas, ekekos, Queveditos”, “kusillos”. Alrededor de la plaza, los puestos de confituras, cigarrillos, harina, azúcar y todos los productos de abarrotes en general.

Más tarde, durante el Gobierno de Bautista Saavedra, el año del Centenario de la Republica, en 1925, la “Alasita” se instaló en la plaza de San Pedro, fue allí donde los reclusos del penal vendían sus afamados “caballos thejetas” y los “kusillos”.

Como gran fiesta paceña que es “Alasita” hay mucho más para escribir sobre sus tradiciones y remembranzas, lo haremos en una próxima nota.

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