Cómo debe ser un buen político

Samuel Castellón Arce

El diccionario de la RAE al igual que otros como Sopena, enseñan definiciones sobre expresiones cuyo significado desea uno conocer con mayor seguridad antes de hacer una interpretación personal de por qué se dice que alguien es político o, qué es la política y, sobre todo, enterarse sobre “cómo debe ser un político”. Consultado el término político en ambos diccionarios, el que se lee en Sopena, en mi opinión, es el que nos ilustra mejor y de manera más extensa. Político: Versado en las cosas del gobierno y negocios del Estado. También define la expresión Política como el arte de gobernar y dar leyes conducentes a asegurar la buena marcha del Estado y la tranquilidad y el bienestar de los ciudadanos.

En otro pasaje de las definiciones, se refiere a Platón, quien califica al hombre político “como el poseedor de la verdadera ciencia de gobernar a los hombres y, en consecuencia, del poder soberano, y obligado, por lo mismo, a estar al cuidado de los asuntos públicos, no mediante la violencia, sino con la autoridad, libremente aceptada, que le confiere dicha ciencia”. Con base en estas concepciones, se quiere entender que las personas que practican la política como políticos de profesión, deberían contar con una serie de conocimientos y sabiduría que pueda otorgarles atributos que no todos los que actúan en este campo los tienen.

Pero, en la práctica, ¿será posible encontrar grupos de personas u organizaciones que, de manera interesada o ilustrativa, se dediquen a crear condiciones especiales que caractericen la posición de ser llamados buenos o malos políticos y que, de manera determinante, fijen ciertos parámetros que deben observar estos actores? Parece que sí, por lo menos en lo que respecta a señalar las cualidades que se debe encontrar en un buen político, tal como se encuentra en las exposiciones de un medio que, con una verdad o una interpretación propia, dice sobre “Cómo ser un buen político”.

Y para ello acudo a Practicopedia (20/01/2009), que detalla condiciones que se debe encontrar en estos profesionales y describe el siguiente Decálogo:

1) Apasionado: No basta con ser un buen profesional de la política, hay que amar la profesión y creer firmemente en lo que se hace. 2) Talentoso: Hay que disponer de “talento político”, una mezcla de espíritu de justicia y sentido estratégico, alguien con principios pero al mismo tiempo agudo, que se anticipa a los acontecimientos y se adapta rápidamente a las situaciones. 3) Asesorado: Todo político necesita estar bien informado y además ofrecer una buena imagen. Para ello es fundamental que trabaje junto con un adecuado asesor o asesores que le ayuden y aconsejen en estas tareas. 4) Realista: Es cercano a la realidad del mundo y tiene que ser capaz de marcarse objetivos y metas factibles, posibles de alcanzar. 5) Innovador: El buen político innova con intención de recuperar o preservar los componentes y funciones que dan valor a las propiedades de su proyecto. Pero también valora enormemente la experiencia. 6) Decidido: Tiene carácter y es consciente de que cada decisión u opción que escoge, le supone unas ganancias y unas pérdidas. 7) Prudente: Es sensato y abarcará aquello a lo que realmente pueda dar una respuesta eficaz. 8) Astuto: El político necesitará cautela en sus relaciones sociales, saber cómo y cuándo decir las cosas. Se trata de no engañar, pero también de no ser engañado. 9) Responsable: Debe ser consciente de que siempre tendrá que responder ante alguien y de algo. Todos sus actos y sus consecuencias deben ser responsables porque conllevan una gran influencia en la sociedad. 10) Persuasivo: Es básico un gran dominio del lenguaje y una alta capacidad para explicar las cosas de manera comprensible y razonable, con argumentos honestos y fiables.

También Ramón Vargas – Machuca Ortega, describe un decálogo con cierta dureza y hace énfasis en cada uno de los principios y atributos que deben ser reconocidos en los desempeños de un “político profesional”.

Creo no haber encontrado decálogo, catálogo, código, reglamento, etc., que especifique las características de un “mal político” o de un “político fracasado”.

El trabajo de las personas en la arena política está ligado al reconocimiento de sus propias aptitudes, pudiendo ser estas innatas o aprendidas por la experiencia de sus incursiones en las ideologías políticas y sectarias, pero, con seguridad, netamente interesadas y con perspectivas de beneficio inmediato por las coyunturas de su oportunidad encontrada.

Solamente la actuación en ese campo y el cumplimiento de sus ofrecimientos, como en este caso señala algún punto del poco creíble, en mi concepto, decálogo, le puede crear un derecho de “autocalificarse”, no de buen político, tal vez sí de buen gobernante.

Finalmente, basado en lo que se lee en trabajos de Internet, se llega al convencimiento de que “La Política es una de las profesiones más criticadas del mundo, donde cada paso es comentado y juzgado por los demás”.

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