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Insaciable con el poder


 

Evo Morales está demostrando que es insaciable para ostentar el poder, pese a que en los 12 años que tiene de ejercerlo, no hizo de manera personal algo que pueda justificarlo como un buen administrador de los intereses públicos.

De haber efectuado un trabajo que demanda capacidad y esfuerzo, con tanto tiempo de hallarse investido de esa responsabilidad, lo natural sería que resulte más que suficiente para encontrarse agotado con el trabajo que debió cumplir.

Morales fue elegido con una alta votación en 2005, en su mandato se hizo dos importantes reformas constitucionales. La primera, cada gestión gubernamental pasó a ser de cuatro o cinco años y la segunda, se podía acceder a una sola reelección. Para más precisión, el artículo 168 de la Constitución vigente, promulgada el 7 de febrero de 2009, dispone: “El periodo de mandato del Presidente y Vicepresidente es de cinco años, y pueden ser reelectos por una sola vez de manera continua”.

Morales al intentar otra reelección en 2019 estaría demostrando que es insaciable para disponer del Estado, sin demostrar, empero, justificativo alguno para ello. Entonces, se trata nada más que una desmedida ambición de poder. Peor todavía, al atentar contra lo que prevé la Constitución, que es producto de su propia gestión.

Ha incurrido en un agravio a los bolivianos en general al declarar a la prensa que “si el pueblo quiere, vamos a continuar”. ¿De qué pueblo está hablando?, ¿dónde se ha visto que “el pueblo” le esté demandando seguir como gobernante?

Se tendría que firmar muchos libros para que fuera así, lo que demostraría que efectivamente “el pueblo” se lo pide. De no ocurrir ello, simple y llanamente Morales está exteriorizando su voluntad y nada más.

La única demostración a favor de ello se dio en la pequeña población de Ivirgarzama, en Cochabamba, lugar que él frecuenta, por la vecindad que tiene con la zona cocalera del Chapare, de donde Morales emergió como su líder, lo que implica que él era uno más de ellos.

Gobernar el país no es como integrar o dirigir un grupo cocalero, el territorio se extiende por cientos de poblaciones y no por unas cuantas. El poder, en el caso que se trata, nace del narcotráfico, porque la coca que se produce en el país es el origen de tal actividad ilícita.

En la actualidad, cada vez se mastica menos la coca, aunque, en particular, de algún modo se ven forzados a hacerlo los choferes, que recorren largas distancias. Lo hacen para resistir físicamente el exigente trabajo que realizan y, en especial, para no dormirse mientras conducen, pues la masticación de la coca los mantiene despiertos y activos, porque les genera cierta energía.

Este sería en el fondo el principal motivo de trabajo que induce a masticar coca. Antes lo hacían también los campesinos de los valles y del altiplano, pero al presente no apelan a ello ya de formas constante, pues cada vez cuentan con más tractores. Antes lo tenían que hacer para realizar las siembras y cosechas agrícolas, que les exigían fortaleza física, que es lo que genera la coca en su buen uso.

En cambio, la droga que ofrece el narcotráfico hace daño a la salud humana y alienta una actividad comercial ilícita.

 
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