La Revolución de Potosí 10 de Noviembre de 1810

Los movimientos subversivos de Chuquisaca, La Paz, Cochabamba, Oruro y la proximidad del Ejército Auxiliar Argentino, habían adelantado y decidido a los patriotas potosinos a sumar sus fuerzas al movimiento insurreccional que se propagaba rápidamente por toda la Audiencia.

En la ciudad de la Villa Imperial de Potosí de Carlos V, la mañana del 10 de noviembre de 1810 tuvo lugar un alzamiento contra el yugo español en el que participó el pueblo, saliendo a las calles al grito de ¡Muera la tiranía! ¡Viva la libertad! ¡Ni tiranos, ni déspotas nunca nuestro orgullo podrán abatir! ¡Abajo los chapetones! El movimiento emancipador está dirigido por: Salvador José Matos, Pedro Azcárate, Alejo y Mariano Nogales, Joaquín de la Quintana, los hermanos Millares, Manuel Molina, Mariano Subieta, Melchor Daza, coronel Diego Barrenechea, Pedro Costas, Mariano Toro, Manuel Orozco, Eustaquio Eguivar y otros conjurados que asaltaron el cuartel realista, depusieron al gobernador Paula Sanz, que peleaba parapetado en la plaza principal, reducido fue trasladado luego de tres días a la Casa de la Moneda y apresando a todas las autoridades realistas, evitando así que se opusieran al avance del Ejército Auxiliar Argentino.

La multitud exigió Cabildo Abierto en ella se resuelve reconocer a la Junta de Gobierno de Buenos Aires, rechazando la autoridad del Virreinato de Lima y se organiza una Junta de Gobierno, nombrando a Joaquín de la Quintana, gobernador interino y presidente del Cabildo.

Tres días antes, el 7 de noviembre, de 1810, tarijeños, chicheños y cinteños comandados por el coronel Pedro Arraya lucharon junto al Ejército Auxiliar Argentino comandado por Juan José Castelli y Gonzales Balcarce que habían infringido derrotar a las fuerzas realistas en la Batalla de Suipacha tomando prisioneros a principales jefes, Nieto y Córdova.

El movimiento independentista, largo tiempo controlado por las fuerzas de la opresión peninsular, que detentaban el poder económico del Alto Perú, tuvo que ser frenado. Los españoles sintieron aquel grito “como el sordo bramar de los mares”.

A su ingreso victorioso a Potosí, las tropas de Castelli comandado por Martín Miguel de Güemes fueron recibidos con grandes muestras de entusiasmo lanzando vivas a la libertad y al triunfo de Suipacha, aunque una de las primeras medidas de Castelli fue ordenar luego de un proceso-sumario, el fusilamiento del presidente de la Real Audiencia de Charcas mariscal Vicente Nieto, el comandante del Ejército Auxiliar realista general José de Córdova y Reyes y el gobernador don Francisco de Paula Sanz, apreciado por sus obras realizadas que se habían negado jurar acatamiento a la Junta de Buenos Aires.

De esta manera, las poblaciones de la Audiencia se sometían a las autoridades de Buenos Aires. En verdad, era el comienzo efectivo de la Guerra de la Independencia, aunque esos espectaculares triunfos militares habrían de ser ahogados muy pronto por las fuerzas realistas.

Potosí y otras poblaciones sublevadas, pronto serían ocupadas nuevamente por la fuerza militar colonial. Luego, casi dos años después, el 30 de julio de 1812, fueron llevados a la horca en la plaza principal de Potosí, Alejo y Mariano Nogales, Salvador José Matos, Mariano Millares y otros patriotas.

Muchos promotores del levantamiento fueron perseguidos. Otro contingente de presos fue llevado a cárceles del Callao encadenados y sentenciados a prisión perpetua y muchos otros a trabajos forzados.

Potosí, baluarte de la economía de los chapetones que se mantenían en el poder gracias a las riquezas explotadas en su inagotable montaña de plata, venció a la opresión e hizo repercutir en los Andes su grito de libertad, que lo hermanó con los demás movimientos del Alto Perú.