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Es necesario dejar de lado diferencias pasadas


 

Vivimos los bolivianos, como el resto de la humanidad, enfrentando graves problemas por el coronavirus, mal para el que se espera que aparezca un remedio pronto, pero cuyo efecto destructivo hoy avanza imparablemente. Es una enfermedad que se asocia a los graves problemas económico-financieros que, a su vez, generan mayores dificultades sociales que el país no está en condiciones de solucionar porque las circunstancias no se dan y las posibilidades para enfrentarlos son cada día más magras. Las experiencias recogidas desde el año 2006 no se han enraizado lo suficiente en la conciencia del pueblo y menos de políticos, organizaciones cívicas, sociales y sindicales; la actividad privada está inmersa en una especie de estancamiento, siempre a la espera de qué harán las autoridades. Por su parte, el pasado gobierno de la presidenta Áñez no pudo cumplir con todos sus propósitos formulados originalmente, y ahora el régimen del presidente Arce tampoco parece contar con las condiciones propicias para llevar adelante sus proyectos.

En medio de todo este “mare-magnum” de dificultades, surgen situaciones en las que se observa que numerosas exigencias, pedidos y demandas surgen casi diariamente, porque se cree que el gobierno “podría realizar milagros”, es decir, imposibles de concretar en hechos. En muchos estratos del pueblo, partidarios del régimen masista, otra vez en el poder, se amasa posiciones sobre posibles tendencias para retomar ideologías pasadas y que han causado mucho daño.

Ante los muchos peligros que teme sufrir la sociedad boliviana, las posibilidades de unidad y armonía son escasas; cada sector se cree con derechos a exigir lo que sea y el gobierno, por más que tuviese buena voluntad, no podría complacer exigencias que no corresponden por estar lejanas de las posibilidades reales. En primer lugar, debe haber un factor que nos una a todos, sin distinción alguna: la batalla contra el virus que cobra muchas víctimas aprovechando la división y hasta las pugnas habidas en la colectividad. El Covid-19 es un mal que continuará su accionar letal en tanto más división haya, en tanto menos solución tengan nuestros problemas, en tanto menos coordinación haya entre gobierno y el sector privado, en tanto menos se abandone las posiciones intransigentes. En otros términos, todos los malos comportamientos serán aprovechados por el virus y su avance se hará incontenible. Cabe que cada habitante del país se pregunte: ¿qué se hace para reducir lo malo que se hace? ¿Cuándo se entenderá que desunidos no podremos avanzar y siempre el retroceso será nuestra norma de vida?

Es necesario que gobernantes y gobernados tengamos conciencia de país y actuemos con honestidad y responsabilidad, unidos solidariamente, convencidos de que hay peleas que todos debemos librar juntos y sin discrepancias ni odios que ya nos han causado mucho daño y nos han sumido en mayor pobreza. Cuanto más unidos y productivos seamos, más posibilidades tendremos de abandonar la sima de pobreza y subir las pendientes con trabajo y desarrollo hasta alcanzar esas cimas en las que las dificultades se allanan por voluntad y decisión de quienes aman a sus semejantes y saben vencer todos los escollos que nos encadenan al atraso y la dependencia.

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