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[Heberto Arduz]

Consideraciones actuales


Mañana lúcida, de despertar alegre con el canto de las aves. El cielo anuncia tranquilidad por la ligera baja del índice de contagios, pero al aproximarse la celebración del Carnaval se solicitaba adoptar las precauciones necesarias y no aflojar los cuidados pertinentes.

Está claro que no han sido festividades similares a las de años anteriores a la pandemia, sin bombos ni platillos que acompañen a los jóvenes. Sólo así tendríamos la promesa de mejores días para la Patria y la humanidad entera; basta ya de sobresaltos en el ánimo colectivo y que la paz colme nuestros corazones y despierte la fe en el porvenir.

Es preciso crear una nueva forma de normalidad, propicia al trabajo fecundo y la recuperación de la cadena quebrada de energía. Ojalá el tic tac del reloj en la gestión del manejo del virus sea adecuado, así como la tarea de rehacer la menguada economía de nuestro país, que no es de meses sino de varios años de dispendio, y que se suscite en el plano de la realidad tangible y no en el simple anuncio. Más allá de las alternativas del ejercicio del poder circunstancial, o del reclamo de liderazgo sumergido en el pasado, el interés nacional se perfila y asoma por encima de todo ello.

En la actualidad, es imperioso dar sostenibilidad a todos los mecanismos de salud implantados durante el gobierno de Jeanine Áñez a cargo de las gobernaciones y alcaldías municipales, ya que tuvo que afrontar los rigores de la pandemia en circunstancias adversas, hecho que puso al descubierto imprevisiones del anterior régimen en materia de salud. Sobre eso no hay discusión posible, pues está en la mente de los ciudadanos.

Otro aspecto que corresponde destacar es que las rencillas políticas deben quedar en el olvido, debido a que no se puede promover odiosas acciones de persecución y procesamiento a algún sector de la oposición, y peor aún a instituciones por el rol cumplido en el pasado. Todo ello significará traer aparejados el descontento y la disidencia, en lugar de restablecer la pacífica convivencia y armonía en las relaciones de la población con la clase gobernante.

No se pierda de vista que corresponde promover la unidad nacional, crear políticas dinámicas que favorezcan la inversión pública y privada, además de controlar el gasto estatal en rubros de escasa importancia, como la publicidad oficial que representa erogaciones considerables para el Tesoro General. Más allá del interés sectario está el de la Patria, abrigando la ciudadanía enorme expectativa sobre el manejo de la cosa pública. Las experiencias del pasado tienen que servir para forjar el futuro, sin repetir errores cometidos en orden a la improvisación y despilfarro.

Bolivia tendrá que redoblar esfuerzos en el imperioso afán de contrarrestar los efectos negativos de la pandemia, que demanda la unión de los diversos sectores y el diálogo entre asociaciones de médicos, personal de enfermería y apoyo administrativo, con las autoridades de gobierno y poder legislativo en forma amplia y desprejuiciada. No se puede arriesgar la salud y bienestar de la población boliviana. La falta de ítems en el ramo de salud se deja sentir y motiva justificados reclamos, en gente que día a día afronta los riesgos de contagio del mal que aqueja al planeta.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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