Exigencias, huelgas y extremos a granel

Toda organización laboral y empresarial en el país, al igual que la mayoría de las instituciones tienen vastísimas experiencias sobre lo que acarrean al país los extremos identificados como paros, manifestaciones, protestas, huelgas, bloqueos y otros; por otra parte, saben lo que significan las “últimas consecuencias”, frase que ha servido en todo tiempo para obligar a que se cumplan los pedidos formulados por los recurrentes a extremos. Sin embargo, nadie quiere percatarse de que todo ello no tiene asidero alguno, de nada vale y menos sirve para algo. Prácticamente, se puede afirmar que todo ello suena solo a demagogia barata y populismos intrascendentes, esgrimidos por quienes creen que pueden imponer su voluntad y el gobierno, o cualquier entidad, “se rinda” y ceda posiciones.

Las leyes son claras y terminantes sobre la huelga y los otros extremos, pero nadie quiere cumplir porque las autoridades raras veces hacen cumplir las normas y casi siempre ceden ante las presiones. Quienes pretenden llegar a “las últimas consecuencias” nunca han cumplido porque están muy lejos de saber qué significado tiene la famosa frasecita. Las “últimas consecuencias” son armas esgrimidas por los demagogos y por los que jamás tienen razón porque nunca razonan ni meditan sobre sus posiciones que, en las consecuencias, muestran estar en contra del país, sin importarles qué pueda ocurrir y menos cuándo y a dónde puedan llegar en su demagogia y amenazas absurdas.

El país vive cansado de escuchar a quienes, sin fundamento alguno, exigen y piden hasta lo que ellos saben que es imposible de concretar porque ni las condiciones ni los medios financieros permiten hacerlo realidad. En todo caso, sería importante que las autoridades obliguen a huelguistas a pagar las consecuencias de sus exigencias sin fundamento y si no lo hacen ni dan prueba de que ellos podrían cumplir mejor que las autoridades, que sean juzgados enérgicamente y obligados a una conducta con responsabilidad.